PALENQUE 1

Inmemorial, esta pureza absorta;
la luminosa desnudez del aire
pulsaciones del caos cristaliza
en números de piedra.

Una avidez de aristas minerales
donde la luz detiene el parpadeo
en agobio de tacto nos circunda
del liquen a la flor.

En una extensa negación del cielo
el paroxismo vegetal eleva,
voz multitudinaria y minuciosa,
un estertor de insectos.

Depositando polen en taludes
la mariposa, instante suspendido,
hermética recoge de las ruinas
el polvo del origen.

El presente desdobla simetrías
frente al espejo de la dualidad
cuando el azul eleva sus altares
en la espiral del viento.

La sucesiva eternidad avanza,
en continuo arrebato de latidos
que desata su cifra hasta la hipnosis
en la selva sin tiempo.

Hay lágrimas que horadan la ceniza
en amarga denuncia de la muerte;
cauces de llamarada se sustentan,
soberbios, en reposo.

Los peldaños retumban pecho adentro
Arroyos de sudor incontenible
temblando se desploman en candentes
gotas sobre el santuario.

Entrañable bautismo mineral;
al emanar su brillo nacarado,
en mi boca derraman su tibieza
humores de penumbra.

Se deshojan tus hombros y tu cuello
rosas de sal pulidas por mi lengua
hasta ceñir de perlas tu cintura
y anegarme en tu vientre.

Latitudes nocturnas, fulgurantes
jadeos, a la sombra enardecida.
Cenit en la marea del aliento,
el grito rojo estalla.

Los ávidos vacíos del ensueño,
boca donde la piedra entreabre
inscripciones que el tiempo no cancela.
Fundación y palabra.

Templo de las Inscripciones 1991

 
 

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