Arquitectura y Humanidades
Propuesta académica

Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.


La Identidad de los pueblos
Una aproximación milenaria: los chipayas

Vania Verónica Hennings Hinojosa


Al rescate de nuestra identidad

Contenido


El sentido de la choza
Los mitos


El trasfondo
La voluntad creativa

Conclusiones

Introducción



Fotografía 1.

Todo pueblo forma parte de un proceso histórico, del cual es en gran medida su consecuencia. Profundizar los conocimientos sobre las raíces que lo sustentan nos permite conocerlo más detalladamente y, por otra parte, respetarlo por la riqueza que guarda. La cultura chipaya representa una riqueza incomparable para Bolivia y Latinoamérica, este pueblo posee una antigüedad que sobrepasa los límites de la historia misma y, a la vez, se manifiesta como un pueblo vigente en la actualidad. Su existencia, llana y sencilla, data de tiempos inmemoriales, pero encierra un conjunto de experiencias culturales compactas preservadas durante muchos siglos, "entrar en este enigmático mundo nos plantea una serie de preguntas sobre nuestros milenarios orígenes" [1].

El siguiente trabajo se enfoca principalmente a las humanidades, con el fin de sensibilizarnos ante nuestra realidad y, en cierta forma, como dice Curtius: "hallar el sentido de nuestra existencia" [2], como latinoamericanos. Se pretende reconocer el sentimiento de orgullo y valoración hacia este pueblo, además de respetar su identidad con su propio pasado y su cultura ancestral. Por otro lado, se pretende una amplia explicación de su arquitectura que presenta rasgos espaciales muy interesantes. El contenido del trabajo hace mención a la bibliografía estudiada en el transcurso del Seminario de Arquitectura y Humanidades y, a su vez, a bibliografía específica consultada sobre la cultura chipaya. Sus distintas partes se refieren a diferentes enfoques humanistas y propuestas de diferentes filósofos estudiados, todo ello considerando a la cultura chipaya como objeto de referencia principal.

Al rescate de nuestra identidad


Las obras de Octavio Paz [3] y Samuel Ramos [4] son un medio para que los mexicanos y los latinoamericanos en general, tomemos conciencia de la importancia de nuestras culturas y la necesidad de recuperarlas o bien, crearlas. En cierta forma, sus obras nos empujan a plantear objetivos relacionados con nuestra cultura. Sentimos que podemos ayudar y que ya es tiempo de buscar nuestra identidad, ser nosotros mismos.

A los países latinoamericanos, en general, se nos ha impuesto una cultura ajena, la cultura de los colonizadores, y nuestro origen verdadero ha sido destruido. "Nuestras raíces nunca han sido nuestras del todo, sino herencia o conquista de las engendradas por Europa" [5]. Llevamos muchos años como simples receptores de ideas ajenas, esperando muy cómodamente que se nos diga lo que debemos hacer, lo que es bueno o malo para nosotros. Sin embargo, como afirma Samuel Ramos: "Tenemos sentido europeo de la vida, pero estamos en América, y esto último significa que un mismo sentido vital en atmósferas diferentes tiene que realizarse de diferente manera" [6]. Nuestra manera de ver la vida como latinoamericanos es diferente a la de los europeos, por lo que debemos desenvolvernos en esa herencia bajo condiciones nuevas, evitando ser simples copiadores. La suma de nuestras costumbres y las europeas pueden contribuir a lograr una cultura propia, que sea "nuestra", diferente, propia.

Sin embargo, parece ser que muchos de nosotros ignoramos o no queremos ver lo que realmente nos pertenece. En la actualidad existen muestras muy valiosas de nuestras raíces que de una u otra manera han sido conservadas y que es esencial que todo latinoamericano conozca. Por ello, tomando muy en cuenta el llamado que nos hacen, Paz y Ramos y con el afán de emprender la misión de dar a conocer muchos aspectos que nos caracterizan, planteamos a continuación un breve panorama del emplazamiento, costumbres y características de una cultura milenaria que actualmente conserva sus rasgos iniciales, la cultura chipaya.

La cultura chipaya se encuentra en Bolivia en el departamento de Oruro. Sus pobladores se han asentado en la parte norte del lago Coipasa, en la provincia Atahuallpa. Este asentamiento se encuentra en el eje acuático formado por el lago Titicaca, el río Desaguadero, el lago Poopó y el lago Coipasa. El territorio donde se encuentra este asentamiento "es una suerte de polígono irregular, inscrito dentro de una gran planicie arenosa y semidesértica a la que sólo las montañas le señalan los límites [...] El visitante no puede dejar de advertir la inmensidad del paisaje, donde la horizontalidad de la gran planicie de arena, remarca notablemente el perfil de los grupos de viviendas cónicas" [7].



Fotografía 2.

Chipaya se encuentra en pleno altiplano de Bolivia aproximadamente a 4 000 metros de altura sobre el nivel del mar. Su clima es frío y seco contrastado con el calor del desierto. Esta región presenta, también, fuertes vientos huracanados que provienen de la Cordillera de los Andes. En época de lluvias, el territorio se inunda completamente, el lago avanza y los ríos se desbordan provocando serios daños. En estas condiciones climáticas, los chipayas han realizado una labor estoica de supervivencia. Las actividades que los chipayas realizan cotidianamente son la siembra, la cosecha, el manejo de agua para el riego, la elaboración de tejidos, la construcción de viviendas, etc.; la caza y la pesca son ocupaciones secundarias y ocasionales. Todo ello acompañado de ceremonias rituales que corresponden a su particular cultura marcada por su origen milenario y por la relación con el hostil hábitat. Esta cultura, que se conserva con bastante pureza, posee también su propio dialecto muy peculiar, incluso su vestimenta presenta rasgos muy particulares y es elaborada por ellos mismos.

El peinado característico de las mujeres consiste en sesenta pequeñas trenzas distribuidas a ambos lados de la cabeza. El rasgo principal de esta cultura es su organización urbana y esencialmente la forma de sus viviendas, aspecto que ha llamado la atención de muchos investigadores. A pesar de encontrarse en un territorio áspero e inhóspito, los chipayas han logrado un notable uso de su región para poder sobrevivir. Ellos han planificado su espacio territorial con relación a dos concepciones, como veremos a continuación.

Según De la Zerda [8], espacialmente, el territorio está distribuido en forma concéntrica. En la parte central se encuentra el poblado o zona urbana donde se desarrollan las actividades de gestión, comercio, educación, salud, recreación, vivienda y otras.



Fotografía 3.

A partir de este centro se van distribuyendo otras actividades, primeramente la zona de pastoreo, luego las estancias compuestas por las viviendas "rurales" o "phutucus", los corrales para el ganado, y las áreas de cultivo regadas por canales que vienen desde el río Lauca. Los pobladores ocupan sus viviendas según la época del año y la actividad que realicen, ya sea en el área urbana o rural.

Esta apropiación y estructuración espacial del territorio chipaya nada tiene que ver con las aldeas españolas ni occidentales, al contrario se percibe una cierta ordenación original producto de causas históricas, políticas, económicas y especialmente socioculturales, que los indígenas conservan.



Fotografía 4.


Por otro lado, según Metraux [9], la partición territorial obedece a otro sistema de organización. Las viviendas se agrupan en torno a dos ayllus o áreas principales, situados al este y oeste de la iglesia.

Las dos parcialidades son: Tajata y Tuanta [10], designadas en aymará Anansaya y Manansaya. Esta división representa originalmente al pueblo conquistado y el pueblo conquistador según la tradición andina. Sin embargo, como lo afirman De Mesa y Gisbert, "no parece probable que éste sea el origen de las dos parcialidades de Chipaya, sino que conservan por tradición esta división tan característica de cualquier pueblo del Collao" [11]. Cada área está delimitada físicamente en el terreno mediante hitos y señales. Adjunta a la parcialidad de Tuanta está el ayllu de Warta. Cada parcialidad tiene su propia iglesia, además de la iglesia principal del pueblo. Estas parcialidades se diferencian por rendir culto a diferentes mallkus.



Fotografía 5.

Es importante recalcar que la organización de las viviendas no se realiza mediante calles, sino que las viviendas se reúnen por medio de bajas paredes curvas, en grupos de cuatro o cinco. Esto se debe a que cada agrupación representa una familia donde a medida que ésta va creciendo, el conjunto se va agrandando.

Esta concepción de división espacial que encontramos en chipaya se repite en la distribución espacial del cementerio, en donde se tiene un mismo patrón de organización, por ayllus. Watchel interpreta y describe el fenómeno afirmando: "Como si dentro del mundo de los muertos igualmente y a pesar de las transformaciones introducidas por la historia, una misma grilla continuara ordenando el espacio y la sociedad, y tratara de retener el curso del tiempo" [12].

En el poblado se distinguen dos tipos de vivienda, una rural y otra urbana, las cuales revisaremos más adelante. Resulta importante hacer notar que en la actualidad apareció un nuevo tipo de vivienda urbana que es resultado de la "modernidad" e influencia de los pueblos cercanos. Esta vivienda es rectangular con el techo de paja o calamina y puede ser de una planta o dos. Lo anterior nos demuestra cómo la influencia del exterior provoca que las costumbres y tradiciones de una cultura se vayan borrando y en algunos casos llegan incluso a desaparecer. Esperemos que esto no ocurra con la cultura chipaya debido a que representa uno de los pocos vestigios vivientes de las raíces latinoamericanas, y a su vez es fuente de riqueza patrimonial de sus culturas.

La vivienda rural es la más antigua y se denomina "phutuku". Tiene una forma cónica semejante a una colmena y se ubica en lugares de pastoreo. Esta vivienda se construye en su totalidad con tepes sin hacer diferencia entre la pared y el techo. Cuenta con una pequeña puerta ubicada al este y no lleva ventanas. El tepe es un bloque de tierra y raíces de una gramínea que abunda en la región. Este bloque es extraído del suelo, sus medidas aproximadas son de 43 cm. de largo por 40 cm. de ancho y un alto de 12 cm.



Fotografía 6.



Fotografía 7.

El segundo tipo de vivienda o "Wallichi Koya" es también de forma circular cónica diferenciándose de las otras en el techado. Los muros son igualmente de tepe, la cubierta es de paja sostenida sobre arcos de "thola"; cuenta con una puerta pequeña hacia el este y no lleva ventanas. Estos son los rasgos principales de la cultura Chipaya, con ello logramos conocer una forma de vida que quizás fue una de las primeras en este territorio, en tiempos inmemoriales. A su vez, aportamos con "un granito de arena" sobre algo que forma parte de nuestra historia y que quizás no se le da la importancia que requiere.

Debemos sentirnos orgullosos de nuestras raíces. "Hay que tener el valor de ser nosotros mismos, y la humildad de aceptar la vida que nos tocó en suerte, sin avergonzarnos de su pobreza" [13]. Con ello concluimos afirmando que solamente a raíz del conocimiento, adentrándonos en nuestra historia podremos realizar un análisis crítico para posteriormente asimilar y comprender nuestra cultura en lugar de despreciarla.

Los mitos

La presencia del mito crea un efecto calmante en la sociedad. Nos ayuda a subsistir y a llenar esa necesidad de creer en algo en que aferrarnos. El mito, nos dice Ernst Cassirer, traspasa las barreras del tiempo y cada vez que se repite el rito que lo acompaña, es vivido nuevamente, renace. De esta manera el rito se transforma en un elemento más profundo y perdurable que el mito en la vida religiosa del hombre. "El mito es el elemento épico de la primitiva vida religiosa; el rito es su elemento dramático. Tenemos que empezar estudiando al segundo para comprender el primero" [14]. Cada pueblo cuenta con una serie de mitos que lo identifican, por ello, la mejor manera de conocerlo es analizando sus ritos.

La mayor parte de las actividades de los chipayas -sino son todas-, se apoyan en una serie de ritos como condición indispensable para poder llevarse a cabo. Existe una mezcla de dos vertientes que influyen en el pensamiento de esta cultura. Por un lado se encuentra la visión chipaya que cuenta con leyendas, mitos, tradiciones y celebraciones andinas y, por otra parte, se encuentra la influencia española en el período virreinal que impuso la visión cristiana incorporando una iglesia en el centro del poblado.

La visión chipaya original posee diversas leyendas, mitos y ritos que renacen día a día y que representan una condición imprescindible para el desarrollo de la vida cotidiana. Incluso el origen de esta cultura está basado en un mito, no existe una explicación real de los factores que produjeron el asentamiento chipaya, pero si existe una leyenda en la cual sus habitantes se apoyan para comprender sus orígenes:

"Antes, los hombres vivían en la oscuridad, los Chullpas, primeros pobladores del mundo, se alumbraban con la fresca luz de la luna (...) Después de muchos siglos, los sabios pronosticaron la salida del sol (...) Al saber que en el universo se impondría la luz candente de un sol poderoso (Thuñi) y que aparecería del lado oeste, todos se apresuraron en construir sus guaridas con puertas hacia el este (...) El sol amaneció por el oeste, pero, después, el sol apareció por el este ocasionando su muerte, sofocados por el extraño calor solar (...) El sol mató a los Chullpas, pero una pareja se metió al agua y donde permanecieron todo el día hasta la puesta del sol. Sólo al volver la noche reiniciaban su vida normal, y así durante algún tiempo hasta que se acostumbraron al nuevo sistema de vida, con días y noches. Los chipayas actuales son sus descendientes..." [15].

Existen varias teorías del origen de este pueblo pero ninguna que pudiera probarse científicamente. Unos presumen que subieron de las islas del Pacífico Sur y otros que son de origen amazónico, sin descartar la presunción de las migraciones asiáticas por el estrecho de Bering. Sin embargo, la presencia del mito, para sus habitantes, parece ser la mejor explicación de su origen.

Dentro de sus tradiciones, también se encuentran los dioses o Mallkus (dioses masculinos) y T'allas (complemento femenino) que intervienen en todo tipo de ritos que acompañan la mayor parte de sus actividades. Sus dioses son generalmente elementos de la naturaleza que les brindan su generosidad como ser el río Lauca, la Pachamama (Madre Tierra), las montañas del Sajama, la Torre Mallku (torre de la Iglesia) y otros mallkus de cada ayllu o agrupación. Son sagrados, además, los pequeños monumentos distribuidos en el territorio y ciertos animales disecados como gatos moteados, pájaros, patos y otros. Todas las actividades desde la construcción de una vivienda, el cambio de estación, la siembra, etc. son acompañadas por una serie de rituales específicos.



Fotografía 8.

Es importante la veneración que los chipayas tienen hacia sus parientes muertos por lo que cada 1 y 2 de noviembre exhuman a sus difuntos, les entregan ofrendas y les piden protección. Para ello se realiza una mesa ritual destinada al Mallku Lauca que se denomina pucara. Esta "mesa" es un cono de base circular hecho de tepe donde habita el mallku, enfrente tiene una plataforma donde se colocan una serie de ofrendas representando el reino vegetal, animal y mineral. Al finalizar el rito se queman todas las ofrendas y se las introduce en la parte baja de la pucara del Mallku Lauca.

Por otra parte, la construcción de toda vivienda debe comenzar por la Ch'alla. Los futuros habitantes de la vivienda, sus familiares y los ayudantes realizan una ceremonia acompañada de alcohol, cigarro y coca. Antes de emprender con la edificación se comparte un momento de reflexión donde se pide que el trabajo se realice sin ningún percance. Posteriormente, el estreno de la vivienda también es motivo de una pequeña fiesta en señal de agradecimiento a los mallkus y a los compañeros que ayudaron en la construcción. Estos ritos son muy importantes para los chipayas porque les brindan seguridad y sobre todo protección en su nueva vivienda.

De esta manera, la presencia de un gran número de ritos, mitos y leyendas influyen en sobremanera en la vida cotidiana de los chipayas. Una sola falla en la realización de uno de ellos pronostica malos augurios. La segunda vertiente de influencia en el pensamiento chipaya es la visión cristiana que tuvo que adecuarse a las costumbres del pueblo y apoyar sus tradiciones para poder imponerse. Existe una amplia variedad de fiestas y costumbres heredadas por esta visión, que se llevan a cabo tradicionalmente, pero que llevan un complemento de la visión chipaya.



Fotografía 9.

La iglesia que data del siglo XVIII tiene una ubicación estratégica ya que se encuentra en el centro del poblado y representa el espacio de reunión de los ayllus. Se compone de una capilla de planta rectangular con cubierta a dos aguas, una torre de gran altura y dos espacios exteriores. El espacio más pequeño que rodea la capilla cuenta con cuatro posas, una en cada esquina. Adosado a este espacio se encuentra un espacio más grande o plaza con oratorios también en las esquinas. La magnitud de esta plaza permite la reunión de todos los habitantes de Chipaya. Las posas son de planta cuadrada y están cubiertas a dos aguas con un sencillo techo de paja. Se ingresa a ellas por medio de un arco que indudablemente es una aportación española.

La torre es de adobe y tiene tres pisos, con cuatro contrafuertes en su base. Esta torre tiene remata con una cúpula, característica tomada de la forma de sus viviendas. Frente a la iglesia, sobre una base de adobe, se encuentra la cruz hecha de paja.

El testimonio de este pueblo nos ayuda a comprender la importancia de los mitos en toda agrupación social y la necesidad de conocerlos para comprender los distintos comportamientos que pueden adquirir sus habitantes.

"La voluntad creativa"

El historiador y teórico de arte alemán Wilhelm Worringer [16] en su libro La esencia del gótico, se propone estudiar el origen y la esencia del gótico. Con este fin, explica las diferentes características de cuatro categorías de hombres: el hombre primitivo, el hombre clásico, el hombre oriental y el hombre gótico. A partir de este análisis aparece el concepto de "voluntad creativa". Este, nace del intento de comprender el proceso de creación artística de los pueblos, y a su vez, este proceso nace de una inquietud que busca algo y que trasciende la actividad consciente; posee vida propia y representa valores de especie espiritual. El hombre se siente dominado por fuerzas extrañas que lo conducen a crear y a comprender al alma humana y las formas en que se manifiesta. Así, apunta, la historia del arte es la historia de la voluntad artística.

Basándonos en esta idea de Worringer, realizaremos un breve estudio de la voluntad creativa de los chipayas. Podríamos decir que su "voluntad creativa" tiene los rasgos del hombre primitivo descrito por Worringer. Este hombre vive solo, en un mundo ajeno, al que teme. Para mitigar su miedo crea valores inmutables y absolutos, que lo llevan a crear un idioma, una forma de vida y, sobre todo, la necesidad de creer en algo lo lleva a crear una religión como medio de explicación a aquello que no logra entender.

El pueblo chipaya no sufrió las consecuencias de la conquista española como otros pueblos, ello se debe a la difícil accesibilidad a este territorio y a sus condiciones climáticas que requieren de una acción estoica por parte de sus habitantes. Este pueblo mantuvo su condición de libertad y su postura hacia la vida fácil, sin preocupaciones ni esfuerzos de conservación o de progreso. Su existencia callada como las montañas y la extensión monótona de la planicie los llevó a una expresión igualmente inánime en su arte. Su arquitectura es testigo de una voluntad creativa que surgió hace muchos años y que aún conserva sus rasgos iniciales, posee una concepción muy singular y, sobre todo, es representativa de una forma de vida y de las condiciones climáticas del territorio.

A continuación, se encuentra una breve descripción del proceso de construcción de la vivienda chipaya y sobre todo logramos demostrar que esta voluntad creativa es congruente con las necesidades de este pueblo debido a que sus rasgos iniciales se han mantenido en el tiempo. Los materiales requeridos para la construcción de la vivienda chipaya son:

- tepes para el muro,
- th'ola de ramas grandes para sostener la cubierta,
- paja brava para "trenzar" sogas y atar la th'ola.
- madera de cactus para la puerta.
- arcilla para revocar la vivienda.

Las viviendas son construidas por sus propios dueños con ayuda de algunos vecinos. Este tipo de construcción es una tradición que pasa de generación en generación por lo que la habilidad de los chipayas es ampliamente reconocida en los pueblos vecinos. El arquitecto De la Zerda en su libro Los Chipayas: modeladores del espacio describe muy claramente la construcción y la elección de materiales para estas viviendas:

"En el caso de los tepes, se elige primeramente un buen pasto de raíces gruesas y maduras, con el fin de garantizar la durabilidad. Luego se traza una doble curva en el pasto, con azadón. Los cortes en sentido transversal dan la forma precisa a los tepes, mediante certeros y limpios golpes de azadón. Seguidamente se procede a la extracción, traslado y apilado de los tepes, hasta que se considere que están lo suficientemente secos para la construcción (unos diez días)" [17].

Entonces se puede proceder a la construcción, pero sin antes haber realizado la ch'alla, ceremonia en honor a los Mallkus, que se han descrito anteriormente. Como paso siguiente se realiza el replanteo de la construcción en el lugar que fue elegido por los futuros habitantes.

"El tamaño de la habitación se calcula por "brazadas" sobre una cuerda (hay viviendas de más de 4 m de diámetro), y se procede a marcar sobre el terreno; se determina el punto central, y se va trazando el círculo con la cuerda tensa (a manera de compás), con lo que se dimensiona la futura morada La construcción no cuenta con ningún tipo de cimentación. Habiendo nivelado el terreno se procede a levantar los muros de tepes que "se depositan directamente sobre el suelo uno a continuación del otro (...) Son colocados con las raíces hacia arriba y el pasto abajo (...) Guiándose por el círculo trazado previamente, se levanta, fila por fila la pared curvilínea, cual arandela o anillo que se va estrechando, mediante la técnica de la bóveda "por avance", hasta una altura de 2.20 m. aproximadamente, donde ya se percibe la forma parabólica, característica de la vivienda chipaya" [18].

Cabe recalcar que no utilizan ningún tipo de ligante entre los bloques, las juntas se realizan en seco. "La última fila, es de un bloque más ancho (de unos 45 cm.) y funciona como una especie de pequeño alero (huaylla), a la vez que servirá para sujetar los nervios estructurales de la futura cúpula" [19].

Durante el proceso de levantamiento de los muros se deja un espacio trapezoidal destinado para la puerta, el dintel será hecho de bolillos de madera rolliza, o se usa lo que se pueda encontrar y cumpla su función.

"La vivienda urbana o wallichi Koya [el segundo tipo de vivienda], tiene una cubierta de paja en forma de cúpula, la cual está sostenida por una estructura, formada por arcos o nervios de thola. Estos se forman uniendo fuertemente las ramas de thola con cuerdas de paja brava, trenzadas previamente. Luego se fijan por sus extremos, en los orificios del muro hechos con anterioridad y se amarran solidariamente unos con otros (en los cruces), conformando de esta manera el esqueleto portante. Luego se cubre éste, con una "lámina" de arcilla y paja, llamada en aymará "tacta" y en lengua chipaya "wara", que es fabricada en el suelo anteriormente. Esta lámina es de forma circular y para facilitar el traslado hasta el techo, se corta en partes de forma trapezoidal. Encima de la wara se coloca paja brava, como protección contra el agua de lluvia. A su vez la paja se sujeta por encima con una "chipa" o red trenzada con el mismo material; paja brava, como precaución contra los fuertes vientos. En la actualidad esta malla se ha simplificado, reduciéndose a una cuerda que es colocada en el lado oeste de la cúpula, ya que los vientos que vienen de la costa del Pacífico son los más fuertes" [20].



Fotografía 10.


Fotografía 11.


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Para evitar que la lluvia o el viento penetren por las juntas que quedaron entre los bloques, se procede a revocar los muros con arcilla, tarea que se realiza totalmente a mano sin la ayuda de ninguna herramienta. La puerta de ingreso a la vivienda es de madera de cactus, que se trae de lejos. El vano de la puerta se encuentra a unos 40 centímetros del nivel del suelo para evitar el ingreso del agua en caso de inundaciones. La altura total del vano es de 1.20 metros como máximo, de modo que es preciso agacharse para ingresar en la vivienda, la puerta es pequeña para evitar el ingreso del frío y provocar el enfriamiento de la vivienda en su interior. La conclusión de una vivienda se festeja con otra "ch'alla" para agradecer a los mallkus por la nueva vivienda y reconocer a los compañeros por su cooperación.

La vivienda chipaya posee la estabilidad y firmeza necesaria para su fin y para el territorio donde se encuentra. Toda la estructura es portante, capaz de sostener su propio peso y las inclemencias del viento y la lluvia, únicos factores de destrucción. Para prevenir las inundaciones que traen las lluvias, los chipayas construyen sus casas sobre una plataforma de 30 centímetros de altura y el vano de la puerta se encuentra a unos 40 centímetros del suelo; igualmente, trabajan en el encauzamiento del río, con trabajos de drenaje y la construcción de una gran muralla de tepes para evitar que el agua penetre en el poblado.

"Todo este conjunto de materiales, procedimientos, instrumentos, capacidad y fuerza humanas, constituyen una técnica verdaderamente original e imaginativa" [21]. Así bien, podemos decir que los habitantes de Chipaya, con ingenio y habilidad (voluntad creativa) lograron construir sus viviendas con lo que la naturaleza les proporcionó, teniendo como resultado una solución acertada. Esta es la expresión más profunda de este poblado y representa la mejor manera de enfrentar al medio ambiente que pudieron lograr estos hombres. Es un claro ejemplo de la voluntad creativa de un pueblo, que lo identifica y sobre todo es resultado de sus necesidades. Cada pueblo posee su voluntad creativa propia, diferente de las demás, pero igualmente valiosa.

En la actualidad, somos testigos de una constante pérdida de valores, vivimos en un mundo carente de profundidad. Nos conformamos con todo aquello que se nos impone y poco a poco perdemos nuestra voluntad creativa; resulta más fácil repetir o copiar las cosas que ponernos a crear algo que nos identifique, algo que tenga que ver con nuestra cultura, nuestras tradiciones y costumbres. Estamos rodeados por un mundo que no nos pertenece, ajeno, saturado de información y conocimiento donde ya no sabemos quénes somos en realidad, de dónde venimos o hacia dónde nos dirigimos.

La práctica de nuestra profesión representa un compromiso muy grande con nuestra sociedad, a quien debemos otorgar el valor que se merece y a su vez recuperar su identidad que con el paso del tiempo ha ido perdiendo. El valor estético se encuentra en contacto con nuestra propia cultura y no así en la copia de todo aquello que se realiza en otros países.

Aún es posible recuperar aspectos de nuestra cultura y con ello la voluntad creativa de nuestros pueblos que nos pertenece y no es un "préstamo" o una "imposición" de otras culturas. Nos debemos dejar llevar por la voluntad creativa y expresar todo aquello que llevamos dentro y que hemos heredado de nuestros ancestros. De esta manera lograremos adquirir mayor seguridad en nosotros mismos y recuperar nuestra identidad.

El sentido de la choza

Mediante el libro La poética del espacio, Gaston Bachelard se propone "examinar imágenes muy sencillas, las imágenes del espacio feliz" [22], aquellos espacios que poseemos, amamos y defendemos. "El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo el espacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión del geómetra. Es vivido. Es vivido no en su positividad, sino con todas las parcialidades de la imaginación (...) Concentra ser en el interior de los límites que protege" [23].

A partir de la lectura y análisis de este libro, comprendemos el espacio como algo que tiene vida y que forma parte de nosotros, es mucho más que dimensionamiento o materiales, encierra recuerdos buenos y malos, toda una vida de sensaciones. Bachelard explica el concepto de "casa" como ese ser que nos protege, como "nuestro primer universo", como todo un "cosmos". "La casa en la vida del hombre suplanta contingencias, multiplica sus consejos de continuidad. Sin ella, el hombre sería un ser disperso (...) Es cuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano" [24].

"La casa no es simplemente un objeto que se describe, lo más importante, su esencia, es que- "narra hechos o impresiones para llegar a las virtudes primeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modo innata a la función primera de habitar" [25].

Bachelard toma a la choza como referencia primera del sentido de habitar, "vista íntimamente, la vivienda más humilde ¿no es la más bella?" [26]. La vivienda chipaya es muy pequeña y humilde. Sin embargo, en ella se siente el sentido de protección que provee a sus habitantes. En su interior, el que mora en ella, se refugia de las inclemencias del clima, se alimenta y duerme. Su planta circular enfatiza ese sentido de intimidad, de cobijo, como si estuviéramos en el regazo materno, allá nada nos puede hacer daño, estamos seguros.

Esta vivienda, prácticamente carece de muebles debido a la falta de recursos en el lugar. Existen sin embargo, viviendas que cuentan con algún tipo de mobiliario, lo que varía según el nivel de vida de cada familia. Al interior cuenta con una cocina de arcilla que mantiene caliente el ambiente durante el día y combate el frío extremo de las noches. "La cabaña no puede recibir ninguna riqueza de "este mundo". Tiene una feliz intensidad de pobreza (...) De despojo en despojo, nos da acceso a lo absoluto del refugio" [27].

La conformación de la vivienda chipaya responde a las necesidades de sus habitantes ya que contribuye a crear un micro clima y un ambiente apropiado que mejore sus condiciones de vida. Resultó un reto para estos pobladores "proveerse de un refugio, de un espacio contra los rigores del clima polarizado entre el frío extremo del altiplano, y el calor de un desierto (hostigado además por vientos huracanados)" [28].

Las características más relevantes de la vivienda chipaya son las siguientes:

- Forma circular cónica que se asemeja a los iglúes, con el fin concentrar y conservar el calor que se pueda generar al interior.
- Ausencia total de vanos, salvo la presencia de una puerta de ingreso.
- La puerta, ubicada al este, resguarda la vivienda de los fuertes vientos del oeste y atrae el calor del sol de la mañana.
- Toda la vivienda tiene un revoque de arcilla que permite su impermeabilización evitando que el frío se filtre a través de las juntas.




Fotografía 13.



Fotografía 14.



Fotografía 15.

El sentido de la choza abarca la esencia misma de habitar. "La choza, en la página de Bachelard, aparece sin duda como la raíz pivote de la función de habitar. Es la planta humana más simple, la que no necesita ramificaciones para poder subsistir. Es tan simple que no pertenece ya a los recuerdos, a veces demasiado llenos de imágenes. Pertenece a las leyendas. Es el centro de las leyendas" [29].

Concluimos diciendo que esta pequeña vivienda representa el mejor ejemplo del concepto de vivienda, en su simplicidad, el habitante siente esa paz que le permite soñar, ese calor maternal, esa protección que le ayuda a encontrarse y conocerse. "La cabaña es la soledad centrada" [30] a la que se refiere Bachelard.

Toda vivienda, por más lujosa y grande que sea debe tener espacios que nos transporten: "los ensueños de la choza son otras tantas invitaciones a imaginar de nuevo. Nos devuelven estancias del ser, casas del ser, donde se concentra una certidumbre de ser. Parece que habitando tales imágenes, imágenes tan estabilizadoras, se volviera a empezar otra vida, una vida que sería nuestra, que nos pertenecería en las profundidades del ser" [31].

Aplicando todos estos planteamientos en la arquitectura chipaya y, a manera de enriquecer la comprensión de la arquitectura, podemos decir que nuestra misión es realizar obras arquitectónicas que reflejen nuestra entrega y compenetración, donde cada habitante reviva esa intención, la haga suya y sobre todo sienta esa paz que le permita soñar, ese calor maternal, esa protección que, finalmente, lo ayude a encontrarse y a conocerse.

El trasfondo

El trasfondo al que alude el filósofo alemán Nicolai Hartmann en su libro Estética, [32] nos ayuda a determinar el valor y la esencia de una obra arquitectónica. Él mismo, apunta que este "surge toda una vida en el trasfondo: pueblos y épocas históricas aparecen vivas en sus construcciones: su piedad, su poder, su libertad, su "ethos", su burguesía, su campesinado o su nobleza" [33]. Así, nos explica cómo es que toda obra arquitectónica refleja una época y marca el comportamiento de una determinada agrupación, es el reflejo de su pensamiento, sus necesidades, su forma de vida.

Identificar el trasfondo de la vivienda chipaya resulta muy interesante debido al valor que esta representa tanto para sus habitantes como para la sociedad en general. A continuación, trataré de identificar en ella los diferentes estratos, de los que nos habla Hartmann en su trasfondo.

Estratos externos de la obra arquitectónica:

La composición según un propósito

Toda obra arquitectónica debe poseer un tema, un propósito, sin ello la obra es impensable. Por otro lado, la solución efectiva del tema aporta un valor estético único que crea el artista. Uno de los propósitos principales de toda vivienda es el de protección. Sin embargo, a este propósito se le debe añadir una serie de aspectos muy puntuales derivados de costumbres, actividades, habitantes, etc., en sí todas las necesidades generales y específicas. En este caso, el propósito de la vivienda chipaya se refleja muy claramente en su concepción. La necesidad mayor es la de resguardarse de las inclemencias del clima del exterior. A partir de ello, los habitantes conciben una solución congruente con su entorno y el espacio que ocupan. La solución se realiza utilizando los materiales que la naturaleza pone en sus manos, y tiene como resultado un espacio seguro, protegido y de gran valor estético.

La composición espacial


Este estrato hace referencia a la cualidad de la obra arquitectónica y a la infinidad de posibilidades existentes para poder representar o dar solución a un determinado propósito.

En el tema que venimos analizando, la composición espacial de esta vivienda es circular cónica, semejante a la de los iglúes. Una vez más, la solución es acertada y responde a las necesidades de sus habitantes, ya que por su forma, logra concentrar y conservar el calor que se pueda generar al interior. Esta concepción no tuvo ningún cambio desde tiempos muy remotos, lo cual demuestra su valor, su propósito e incluso su temporalidad.

La composición dinámica

Toda obra posee una dinámica con la cual avanza sobre las anteriores soluciones espaciales de un tema semejante.

La vivienda chipaya surge ante la necesidad de generar un espacio que cumpla con las funciones de cobijo, alimentación y reposo, a partir de ello adquiere una composición dinámica de acuerdo a los materiales del lugar y a la intuición constructiva de sus habitantes. La vivienda chipaya responde a una solución muy creativa que refleja una necesidad, pero que a su vez posee un valor estético congruente, con su entorno creando un mundo donde la inmensidad del paisaje remarca el perfil de las viviendas cónicas representando un modo de vida muy particular y que parece mimetizarse en el territorio, pero que a su vez nos provoca curiosidad y admiración por su composición dinámica original.

Estratos internos de la obra arquitectónica:


El espíritu o sentido en la solución de la tarea práctica

La solución de determinada obra debe ser congruente con el modo de vida comunitaria de su tiempo. Así, la vivienda chipaya es testigo de un modo de vida muy particular que existió hace miles de años y que aún conserva sus rasgos iniciales. Su sentido, esencialmente de protección se refleja en su forma, el empleo de los materiales, su emplazamiento, etc. Todos los problemas que quizá fueron surgiendo con el tiempo, fueron solucionados de manera acertada y, actualmente, se repiten de generación en generación, sin ningún cambio, de ahí que su valor trascienda en el tiempo.

La impresión de conjunto de las partes y el todo


Las diversas partes que componen una determinada obra arquitectónica deben ser congruentes y armónicas entre sí. En la vivienda chipaya existe una armonía muy marcada en cuanto a sus partes y, todo aquel que vive este espacio vive una experiencia de confianza, de adecuación, de contemplación que expresa su fin principal: conseguir un espacio seguro destinado al reposo, la alimentación y el resguardo a las inclemencias del clima exterior. Al revivir lo que los habitantes quisieron lograr en tiempos muy remotos, la vivienda chipaya trasciende la barrera del tiempo y marca una impresión de conjunto congruente.

La expresión de la voluntad vital y del modo de vida


La impresión que quiso causar esta obra en el momento de su concepción sigue siendo experimentada en la actualidad. Su idealidad continúa en pie por sobre la medida humana y el tiempo. Vivir este espacio nos remonta a la "función primera de habitar" que caracteriza esa necesidad que tenemos todos, de protección y seguridad, como la sensación del regazo materno. Vivir o imaginar este espacio nos conduce a comprender su idealidad o su "voluntad vital" como testimonio de una época, de una forma de vida y a su vez de sus ideales.

Conclusiones


Los chipayas, un pueblo testigo de nuestros orígenes, cuya presencia hace que tomemos conciencia de nuestra identidad; sus tradiciones y mitos, que traspasan las barreras del tiempo y nos ayudan a llenar esos vacíos que no acabamos de entender; sus habitantes, con un proceso de creación artística o "voluntad creativa" que se plasma en una arquitectura muy ingeniosa, peculiar y de singular belleza, provocando en quienes la admiramos cierto misterio y asombro; su vivienda circular que, en su simplicidad, ejerce el sentido de protección e intimidad en sus habitantes; en sí, una arquitectura con un trasfondo que determina su valor, su trascendencia en el tiempo y su "voluntad vital" testigo de una época y una forma de vida. Todo ello nos proporciona una imagen, un conjunto valioso digno de ser conocido y admirado.

El análisis realizado a lo largo de este texto, aplicado a conceptos desarrollados por distintos autores, nos brinda una visión diferente y más humana. El modo de vida de estos hombres, sus costumbres, su arquitectura, sus tradiciones, su religión, su lengua madre, etc. poseen una riqueza y belleza dignas de ser conservadas y analizadas.

Sin embargo, en la actualidad, asistimos a su progresiva extinción, una cultura con tanta riqueza va desapareciendo poco a poco ante nuestros ojos y nadie hace algo por evitarlo. La importancia de conservarla, testigo de nuestros orígenes es, hoy, algo esencial. Esta cultura merece apoyo, pero no un cambio que la destruya por completo; los chipayas merecen un apoyo que conserve su equilibrio social y espiritual.

Esta cultura es una más de todas las existentes a lo largo del territorio latinoamericano. Sin embargo, espero haber logrado mi propósito, el de rescatar muchos de sus aspectos relevantes y a la vez estimular a la realización de tareas dirigidas a nuestras comunidades. Todos los pueblos debemos encarar esta labor ya que cuanto más pronto se efectúe, podremos conocernos mejor y conservar lo que queda de algo que es nuestro, nos pertenece. Es tiempo de actuar, pero debemos hacerlo ahora, pues como bien dijo Octavio Paz "el valor supremo no es el futuro sino el presente" [34]. Nuestra acción debe realizarse lo más pronto posible, debemos ser capaces de quitarnos las máscaras y vernos tal cual somos, sin perjuicios porque "aquel que construye la casa de la felicidad futura edifica la cárcel del presente" [35], debemos actuar en el presente.

Notas

1. Condarco, Morales, Ramiro, "Orígenes de la Nación Boliviana: Interpretación Histórico Sociológica de la Fundación de la República", La Paz, Bolivia: Instituto Boliviano de Cultura, 1977, p.103.
2. Ramos, Samuel, "El perfil del hombre y la cultura en México", México: Espasa Calpe Mexicana, 1997, p.103.
3. Paz, Octavio, "El laberinto de la soledad, Posdata, Vuelta al laberinto de la soledad", México: Fondo de Cultura Económica, 1998.
4. Ramos, Samuel, "El perfil del hombre y la cultura en México", óp. cit.
5. Paz. Octavio, óp. cit., p.182.
6. Ramos, Samuel, óp. cit., p. 67.
7. De La Zerda, Ghetti, Jorge, "Los Chipayas: modeladores del espacio", La Paz, Bolivia: Instituto de Investigaciones de la Facultad de Arquitectura y Artes IIFAA.UMSA y Misión de cooperación técnica holandesa, 1993, p.24.
8. Ibíd., p.25.
9. Metraux, Alfred, "Les indiens Uro-Cipaya de Carangas" Vol. VI; Paris: Journal de la Societé des Americanistes, 1935, pp. 1-106.
10. Watchel, Nathan ha desarrollado una tesis del "modelo cultural" que ordena la sociedad chipaya del presente y que se expresa en la organización social biespacial del territorio y la arquitectura en "Le retour des ancestres", Francia: Gallimard, 1991, Siglos XX-XVI.
11. De Mesa, José et al. Gisbert, Teresa, "Los Chipayas", Separata facticia de 28 pp. del Anuario de Estudios Americanos, Sevilla: Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1996.
12. Watchel, Nathan, óp. Cit., pp. 1-689.
13. Ramos, Samuel, óp. cit., p. 91.
14. Cassirer, Ernst, "El mito del estado" (trad. Eduardo Nicol), México: Fondo de Cultura Económica, 1985, p.37.
15. Mito que corresponde a una recopilación de diversas fuentes: -Quispe, Martín, "Copia del cuadernillo de historia tradicional de los Urus de Chipaya", -Metraux, La Barre, Posnasky, Vellard, "Datos sobre la tribu de los Chipayas", -Watchell, Nathan, óp. cit.
16. Worringer, Wilhelm: "La esencia del estilo gótico"/ "formprobleme der Gotik" (trad. Manuel García Morente); Argentina: ediciones Nueva Visión, 1ª. Edición en alemán 1911; 1ª. Edición en español 1973.
17. De La Zerda, Ghetti, Jorge, óp. cit., pp. 71-81.
18. Ídem.
19. Ídem.
20. Ídem.
21. De La Zerda, Ghetti, Jorge, óp. cit., p. 83.
22. Bachelard, Gastón, "La poética del espacio", México: Breviarios Fondo de Cultura Económica, 1975, p.27.
23. Ibíd., p. 28.
24. Ibíd. p. 37.
25. Ibíd. p.34.
26. Ídem.
27. De La Zerda, Ghetti, Jorge, óp. cit., p. 63.
28. Ibíd. p. 131.
29. Bachelard, Gastón, óp. cit., p.62 y 63.
30. Ibíd., p.63.
31. Ídem.
32. Hartmann, Nicolai, "Estética" / "Aesthetic"(trad. Elsa Cecilia Frost), México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1ª. Edición en alemán 1953, 1ª. Edición en español 1977.
33. Hernández, María Elena, "La estética de Nicolai Hartrmann", Apuntes para seminario, México, 1997.
34. Paz, Octavio, p. 286.
35. Ídem.

Imágenes y fotografías: Cortesía del autor.

Bibliografía

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Vania Verónica Hennings Hinojosa