Arquitectura y Humanidades
Propuesta académica

Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.


Consideraciones para el proceso de diseño arquitectónico

Jorge Anibal Manrique Prieto

En el presente ensayo se plantean algunas consideraciones que pueden tener presencia durante el proceso de diseño de una obra arquitectónica. Cabe aclarar que no se trata de un método de diseño, ya que se considera que el proceso creativo es propio y diferente en cada arquitecto, y además, que cada necesidad espacial o arquitectónica requiere, casi siempre, ser solucionada de una manera distinta a otras.

La mayoría de las consideraciones que se mencionarán a continuación, no tienen un punto o tiempo específico durante el proceso de diseño de los espacios habitables (ya que dicho proceso es un ir y venir por las ideas [1]). Sin embargo, se cree que muchas de ellas deberían tenerse en cuenta, inclusive, antes de que el arquitecto realice los primeros trazos de lo que en el futuro se convertirá en una obra arquitectónica. Alberto Saldarriaga, al respecto del trabajo creativo, dice lo siguiente:

El enfoque de estas reflexiones se puede considerar como "contextualista"; eso no quiere decir que se esté sugiriendo que la labor creativa del arquitecto se limite, sólo que se considera que, si el proyecto arquitectónico (que más adelante se convertirá en una obra arquitectónica) surge en función de dar respuesta a una necesidad espacial humana; lo mínimo que se puede esperar, es que el arquitecto intente responder adecuadamente, a través del lenguaje arquitectónico, a ese requerimiento.

Sumado lo anterior, se considera que la obra de arquitectura debería ser un resultado del contexto en el que está inmerso el ser humano. Cada individuo, sin que tenga derecho a elegirlo, nace inmerso en él; es decir, el contexto existe antes de que él individuo exista [2]. Muchas de las características - identidad- de cada persona son determinadas por ese contexto; por tal motivo se piensa que la arquitectura debería, en la medida de las posibilidades, de responder a las determinantes del contexto (físico, socio-cultural, económico, geográfico, etc.) dentro del cual nace inmersa.

A lo largo del documento, se podrá observar, cómo la mayoría de los asuntos que se abordan están en relación de la correspondencia que podría o debería haber entre el ser humano, la arquitectura y el contexto. Desde nuestra perspectiva se cree que al comprender esas correspondencias, el arquitecto puede determinar con mucha más facilidad las ideas proyectuales (germen), que fundamentarán las características de los diferentes componentes espaciales que harán parte la obra arquitectónica. Por ejemplo; si se requiere un espacio apropiado para leer, se buscará captar la luz natural adecuada, orientando el espacio (obra arquitectónica) de tal manera que se puedan aprovechar las determinantes del contexto (como la latitud del sitio) pertinentes para dicha actividad del habitante; así, si la mejor orientación para un espacio con dicha actividad es hacia el sur, la idea proyectual -germen- para este requerimiento es abrir vanos que capten la luz natural proveniente del sur. La ideas proyectuales muchas veces suelen representarse por medio de esquemas muy sencillos, pero que están cargados de reflexión y de la potencialidad de materializarse como espacios habitables, o como un componente de ellos.

Finalmente, es importante resaltar que las siguientes consideraciones han surgido en torno a las reflexiones realizadas en varios de los seminarios cursados en la maestría. Muchas de ellas también son resultado de la exploración bibliográfica que ha acompañado el desarrollo del trabajo de investigación (tesis) en dicha maestría. Las consideraciones son las siguientes:

1) El habitante

Antes de trazar cualquier línea o empezar a imaginar las posibles cualidades espaciales del objeto arquitectónico, que el futuro habitante solicita; es fundamental que el arquitecto busque, de la mejor manera, comprender [3] la mayor cantidad de asuntos relacionados con ese habitante (o grupo de habitantes). Asuntos como: los requerimientos biológicos -según la actividad que va a desarrollar- , antropométricos, psicológicos, culturales, etcétera; que se espera sean suplidos a través de la obra arquitectónica. Esta labor puede ser la más compleja de todas; sin embargo, hay que tener presente que, es en función del habitante que se originan los objetos arquitectónicos. Afirma Paul Valery: "Es necesario trabajar para alguien, y no para desconocidos. Hay que apuntar hacia alguien y cuanto más nítidamente lo hagamos mejor será el trabajo, y el rendimiento del trabajo. (…) Se trata solamente de encontrar ese alguien. Ese alguien da el tono al lenguaje, la extensión de las explicaciones, mide la atención que se puede reclamar. (…) Representar a alguien es el don mayor de un escritor [arquitecto diríamos nosotros]. [4]"

1.1 El habitante como ser biológico y físico


Tener en cuenta las condiciones biológicas adecuadas que el espacio arquitectónico debe brindar al habitante. Condiciones de temperatura, iluminación, ventilación, olores, y demás, que permitan que el habitante como organismo, pueda realizar sus actividades cómodamente. Esas condiciones pueden variar, por ejemplo, según la actividad que se vaya a realizar, o según las características del contexto físico donde, tanto la obra como el habitante, están inmersos. Así, un organismo requerirá de un rango de temperatura-adecuada- para realizar actividades pasivas y de otro rango para realizar otras actividades que implican esfuerzo físico. O, por ejemplo, no es lo mismo diseñar un espacio de lectura en un sitio donde se estará a cuarenta grados Celsius, bajo la sobra, que en otro en el que se esté a diez grados de temperatura. La psicología ambiental es una de las disciplinas que más aporte puede dar al arquitecto en relación a todos estos aspectos.

Es esencial tener conocimiento del espacio que el ser humano requiere para realizar de manera adecuada sus actividades. Esto implica que el arquitecto conozca de los requerimientos antropométricos (espacio ocupado por el movimiento del cuerpo humano) y ergonómicos (espacio que ocupa el ser humano usando objetos para el desarrollo de sus actividades), que demandan dichas actividades, para que el habitante las pueda realizar de manera óptima en los futuros espacios arquitectónicos. En muchas ocasiones los aspectos culturales influyen en las dimensiones requeridas para una misma actividad; por ejemplo, un espacio para comer en Japón puede requerir dimensiones más reducidas que el mismo espacio en México. De ahí la importancia que tiene para el arquitecto adentrarse en el contexto cultural al que pertenecerá la obra arquitectónica (Esto se ampliará líneas más adelante).

1.2 El habitante como ser social

Como se mencionó al inicio, muchas de las características de la identidad de los individuos están determinadas por su contexto social y cultural. En ese sentido adentrarse al conocimiento de los rasgos culturales (tradiciones, mitos y ritos) [5] del grupo social donde está inmerso el habitante; es fundamental para que el arquitecto comprenda la manera en cómo la arquitectura promueve, o es escenario, de dichas manifestaciones culturales [6].

Aunque por naturaleza el ser humano es un ser social, es necesario entender cómo en el contexto especifico donde se construirá la obra arquitectónica, los individuos se relacionan entre sí; cómo se integran; y cómo la arquitectura es un instrumento que permite esa manera de relacionarse. Por ejemplo, los patios, las calles o las plazas son componentes espaciales que motivan la relación entre las personas, pero es labor de cada arquitecto identificar las características, el lenguaje urbano-arquitectónico, que refuerza esos lazos de vinculación.

Con el tiempo, entre los grupos sociales también se generan ciertos patrones de la manera en cómo se busca disfrutar de la intimidad. Es así como, por ejemplo, en cierto sitios puede haber una tendencia a que las viviendas estén cerradas totalmente al exterior, y se abran a patios interiores; o también (como sucede en sitios costeros) donde las viviendas están más abiertas, lo que permite una interacción mayor entre el interior y el exterior. Esto habla de las maneras en cómo los patrones culturales influyen en la forma en que cada individuo concibe su espacio personal y la relación que se puede establecer entre éste y el exterior (contexto urbano o natural).

La obra de arquitectura, dice Nicolai Hartam, es o debería ser la expresión de "la voluntad del modo de vida se sus habitantes" [7]. En síntesis, cuando una obra de arquitectura se inserta en un contexto, donde sus habitantes ya tienen un modo de vida, es importante que el arquitecto se pregunte el por qué y el cómo de esos modos de vida, y su manifestación en la arquitectura. ¿Cuáles son los mitos y ritos que integran a esa comunidad? ¿Cómo se manifiestan espacialmente? ¿Cuál es su manera de ocupar el suelo? ¿Por qué? ¿Cómo es su relación con la naturaleza, con el contexto urbano, con el paisaje? ¿Cómo establecen su relación -a través de la arquitectura- con el clima, con la topografía, con el viento? ¿Cuáles son sus tradiciones constructivas? ¿Cuáles son sus patrones estéticos? ¿Cómo todos estos rasgos socioculturales se evidencian en el carácter de los individuos que componen ese grupo social? ¿Son fríos o cálidos? En fin, todas estas y muchas más preguntas, se espera que hagan parte de las reflexiones que el arquitecto haga en relación al habitante como ser social.

1.3 El habitante como ser individual

Octavio Paz en uno de los capítulos de su libro "El laberinto de la soledad" comenta que lo genérico no es sinónimo de lo humano. En ese sentido, el arquitecto como el poeta, debería luchar por "no ser despojado de su naturaleza humana" [8], de tal manera que no se conforme con respuestas genéricas, sino que busque que los espacios habitables que está diseñando, respondan de la manera más apropiada a las condiciones del ser humano -individuo- que los va a habitar.

La obra de arquitectura que es una resonancia de su habitante, es una obra que le permite a este reconocerse a través de ella. Así, al leer -habitar- la arquitectura, el habitante podrá leerse a sí mismo, recordar aquello que ha vivido y soñar con aquello que anhela. En ese sentido la arquitectura revelaría el ser del ente que la habita; esa revelación la convierte en arte, y como afirma Martín Heidegger "todo arte en esencia es poesía" [9]. La arquitectura entonces debería pensarse como poesía para quien la habita.

Al leer un poema, el lector lo recrea en su pensamiento con imágenes de su experiencia; la arquitectura como poesía, debería entonces llegar a ser un detonante de memorias gratas, para su habitante.

En este orden de ideas, el arquitecto debería preguntarse, y más importante aún, preguntarle al habitante el por qué y para qué del nuevo objeto arquitectónico. Esto le ayudará a entender la significación que desde el origen tiene dicho objeto, que se espera, se pueda materializar. Muchas veces el habitante ya se ha hecho una imagen en su mente de aquel posible objeto arquitectónico; eso que se imagina es la representación de unos anhelos, que al lograr discernirlos, serán para el arquitecto herramientas que le permitan proponer soluciones más acordes con los deseos -psicológicos o espirituales- del habitante [10].

En relación a lo anterior, se hace necesario que el arquitecto indague, le pregunte al habitante, si es posible, sobre todos los hábitos y ritos que tenga [11], y los que anhela desarrollar en el futuro espacio arquitectónico que quiere habitar; preguntar por ejemplo, si es el caso de una casa habitación: ¿Cómo duerme? ¿De qué horas a qué hora duerme? ¿En dónde le gusta dormir? ¿Cómo se levanta? ¿Qué sería lo primero que quisiera ver cuando se despierta? ¿Le gusta ver la luz del sol en las mañanas? ¿Se levanta inmediatamente de su cama cuando se despierta o se queda un rato en ella? ¿A qué hora se baña? ¿Cómo le gustaría entrar a su baño? ¿Le gustan las ventanas en el baño? ¿Prefiere la luz cenital o artificial en el baño? ¿Se cambia en su habitación o en el baño? ¿Qué le gustaría ver por la ventana de su habitación? ¿Le gusta estar aislado del exterior? Y bueno, un sin número de preguntas que le van a permitir al arquitecto tener una noción, los más cercana posible, de los deseos o anhelos del habitante. Dice Nazario Chacón en su poema "Para construir una morada": No quiero que me duelan las paredes de mi casa, que nadie diga que me miré al espejo ni que tiré para siempre mis zapatos que perdieron su color por la distancia, constrúyela... para que converse conmigo y ponle mil ventanas que den al paraíso [12].

Como son tantos los requerimientos o deseos que se obtienen del habitante, se debe tratar de ser muy creativo en la forma de captar esa información. Algunos arquitectos, aparte de las muchas entrevistas -que se pueden grabar-, suelen solicitarle una o varias cartas al futuro habitante para que él les exponga esos anhelos. Anhelos que, si es posible y en primera instancia , deben ser de las maneras de habitar que quiera experimentar el habitante; ya que muchas veces, en su afán, este suele dirigirse y expresar su deseo directamente de la imagen formal de ese espacio que quisiera habitar.

Eso llegará en su momento. Es labor del arquitecto hacerle entender al habitante que lo más importante es entender su manera de habitar. Por lo general, el habitante, también recrea en su mente los espacios de aquel objeto arquitectónico que desea y pretende encargar al arquitecto. Es, pues, necesario que después de conocer las maneras de habitar, el arquitecto abra un espacio para escuchar las ideas formales y materiales que tiene el habitante del futuro espacio arquitectónico.

Conocer las cualidades de los materiales y entender las tecinas de construcción, es fundamental para que el arquitecto pueda explicarle al habitante, que tan apropiados son esos materiales para lograr las condiciones habitables adecuadas, de aquellos espacios arquitectónicos que él desea experimentar [13]. Suele suceder, que por lograr cualidades estéticas del espacio se generan resultados negativos en la habitabilidad del mismo; y viceversa.

Cuando el habitante expresa esas cualidades físicas que imagina para el futuro objeto arquitectónico, sería bueno que el arquitecto indague de dónde surgen esas referencias. Puede que el habitante diga que son de una revista, pero es necesario que el arquitecto intente ahondar en lo profundo de esos recuerdos. Preguntarse qué espacios significativos son los que evocan esas imágenes. Esto requerirá tal vez de otras charlas, pero el arquitecto estará atento para que más adelante, esos espacios que él proponga, puedan evocar esas memorias significativas para el habitante [14]; no copiando tal cual, sino entendiendo su esencia. La arquitectura no puede responder a vagas repeticiones, cada obra de arquitectura debe ser un acontecimiento único [15].

Es necesario conocer qué materiales y cualidades espáciales -o formales- son las que generan confianza (psicológica) al habitante [16]. Para ello se pueden promover conversaciones en las que el sujeto (o grupo de sujetos) relate aquellos momentos en los que ha sentido paz y libertad dentro de un espacio, para que esas experiencias puedan ser evocadas en el futuro objeto arquitectónico.

No debería obviarse la manera en cómo el habitante pudiera llegar a experimentar (percibir) plenamente los espacios habitables. Aunque el sentido de la vista es esencial, se considera que una obra arquitectónica que estimule la mayor cantidad de sentidos, podría generar experiencias más intensas en los ser humanos. Sentir que se respira, que se palpa, que se oye, le permitiría al ser humano ser más consiente del momento presente; de sentir más plenamente que está vivo y habitando en el mundo. Los latinoamericanos, por ejemplo, comenta Octavio Paz, "somos seres contemplativos". La arquitectura entonces, podría ser un medio para que el ser humano se aparte momentáneamente de "la realidad inventada" -ciudad- y pueda contemplar todo aquello que lo remite a su origen, como dice Paz: a "los lazos que lo unen con la creación" (…). "Volver a ser sol; volver al centro de la vida de donde un día fue desprendido (…); reconciliarse con el universo" [17] y con la madre tierra de la cual un día se desprendió, y a la cual tiene la esperanza de regresar.

El arquitecto puede ser el medio para que se manifieste la verdad del habitante en la arquitectura [18]. No debería contemplársele como un dios que tiene el don, así porque sí, de "mejorar" la manera de vivir de los demás seres humanos, como suele creerse. Quienes actúan y piensan de esa manera, se alejan de la esencia humana del oficio, como diría el mismo Paz.

2) El contexto

Ya se habló que el origen del objeto arquitectónico es la necesidad del habitante; sin embargo, ese objeto debe tomar forma en algún sitio o entorno especifico; ya sea rural o urbano. Existen también un sinnúmero de determinantes de orden socio-histórico, económico-político, de la voluntad artística y físico-ambientales, del sitio de implantación, que van a incidir en el objeto arquitectónico construido.

Contexto socio-histórico: como se mencionó antes, es importantes indagar sobre cuáles son las características históricas del grupo social donde se insertará el objeto arquitectónico [19]. Cuáles son sus costumbres y maneras de habitar; y cómo se manejan las relaciones grupales e interpersonales que forjan el carácter de ese grupo social; entre muchas otras cosas.

Contexto económico-político: Es necesario conocer la actividad económica de los habitantes del sector y cuál es la estructura socio-política.

Contexto cultural: indagar sobre cuáles son los mitos y ritos característicos de ese grupo social. Cuáles son sus tradiciones y festividades. Y todos aquellos aspectos culturales que puedan afectar las actividades del futuro objeto arquitectónico.

Cuál puede ser la voluntad artística [20]: como aquella que ha motivado que exista cierta estética específica, en los objetos arquitectónicos y artísticos, como reflejos de la cohesión de creencias, filosofías o formas de ver la vida en ese contexto o sitio específico. Es esencial respetar y asimilar esa voluntad artística, y no imponer crudamente a modo de "hombre civilizado", una voluntad artística ajena al contexto físico y cultural del sitio.

Contexto físico-ambiental:

- Del sitio circundante: es necesario conocer las tipologías edificatorias, las formas de ocupación del territorio, las características del paisaje (urbano o rural), el clima, el lenguaje arquitectónico prevalente (relación con la voluntad artística), los usos y actividades del suelo, las tecnologías y materiales constructivos accesibles, las normativas, etcétera.

- Del terreno: la obra arquitectónica debería apropiarse y entender la topografía, las características del suelo, la orientación, es decir, la incidencia de la luz del sol; la acometida a los servicios públicos, la accesibilidad peatonal y vehicular, la relación con los predios vecinos, las visuales cercanas y lejanas, y la vegetación. El arquitecto está en el deber de hacer una lectura detallada del terreno y su entorno; de leer las esencias de sus componentes. Esto será clave, para que en el momento en que esté tejiendo la relación entre el objeto arquitectónico y su contexto, es decir entre el habitante y el entorno, nada quede al azar [21]. Ojalá el reconocimiento de esas esencias, se haga junto al habitante, para que empiece a apropiarse de su entorno antes de materializar el objeto arquitectónico.

3) Las ideas proyectuales y los conceptos

Antes de empezar a geometrizar o representar de forma abstracta, con herramientas de precisión, las ideas sobre el futuro objetos arquitectónico; es importante estructurar un programa de funciones del proyecto. Esto con la intención de no desbordarse en ideas que tal vez no correspondan a lo que él habitante quiere. Es necesario que en un dialogó con el habitante se estructure ese programa.

Al identificar cuáles son los espacios (funciones) requeridos, se pueden empezar a estructurar las ideas proyectuales. Estas ideas surgen de todo lo que se habrá hablado con el habitante, en cuanto a las formas de habitar y sus anhelos espaciales; y lo que el arquitecto crea pertinente proponer. Estas serán el eje conductor para estructurar, formal y espacialmente los distintos componentes programáticos del objeto arquitectónico.

Pero ¿qué son las ideas proyectuales? La ideas proyectuales son aquellas imágenes, que surgen en la mente del habitante y en la mente del arquitecto, especialmente, y que representan las intenciones espaciales del proyecto. Estas intenciones -como se dijo más atrás- pueden ser representadas gráficamente por medio de esquemas. Por ejemplo: el habitante le comenta al arquitecto que quiere tener en su vivienda, una habitación que tenga luz cenital y deje entrar el sol en las mañanas. Con esta petición el arquitecto esbozará un esquema de ese espacio en corte, o sección, y con unas flechas marcará, por una parte, en qué sitio de la habitación se ubicará el tragaluz, y por el otro, cómo entrarán los rayos del sol de la mañana.

En la etapa de definir las ideas proyectuales, es donde se da la oportunidad de explorar un sinnúmero de posibilidades espaciales; de las cuales se tratarán de escoger las más apropiadas, para los anhelos del habitante y las intenciones del arquitecto [22]. Las ideas proyectuales van a estar presentes durante todo el proceso de la proyectación y se van a manejar en todas las escalas de intervención del futuro objeto arquitectónico; es decir, además de las ideas proyectuales de las espacialidades, se generarán este tipo de ideas desde los detalles constructivos hasta las relaciones con el contexto inmediato, ya sea urbano o rural.

Luego de definir las ideas proyectuales de las distintas espacialidades que compondrán el objeto arquitectónico, llegará el momento de pensar las relaciones entre esos espacios. Surgen entonces los esquemas de relaciones funcionales, basados en el programa arquitectónico, y los esquemas de circulación, que estructuran esas relaciones espaciales, interiores y del objeto arquitectónico con su entorno. La organización de estas estructuras requiere de mucho tacto, ya que desde ellas: las ideas proyectuales de los espacios, los recorridos y las relaciones espaciales, tiene que hacer evidente la intención de una arquitectura pensada desde el habitar como arte; como poesía. [23]. Es decir, la poética del habitar debería estar presente desde las primeras ideas del proyecto, pasando por la estructuración del programa, por las representaciones (dibujos, maquetas, etc.), la materialización y construcción, hasta el momento mismo en que el habitante experimente sus espacialidades [24].

Luego de definir las estructuras de relaciones espaciales y de recorridos, el arquitecto puede empezar a abstraer, aún más, esas intenciones; generando lo llamados ejes compositivos (de orden) que darán una lógica de composición y funcionamiento general del proyecto. Estos ejes suelen definirse en los esquemas de la futura planta arquitectónica o de las secciones y alzados, que se elaborarán un poco más adelante en la etapa de representación del diseño.

En todo este proceso proyectual es bueno tener presente el concepto general y los demás conceptos que han surgido de la cercanía con el habitante; y que éste anhela ver reflejados en el futuro objeto arquitectónico. Por ejemplo: si se trata de una casa habitación, el habitante podría decir que quiere un lugar tranquilo, que lo aislé de la ciudad. Con estas palabras claves, el arquitecto bajo el concepto de tranquilidad, y después de haber escuchado y entendido en qué momentos el habitante siente esa tranquilidad, buscará la manera de formalizar espacialmente ese concepto.

4) El carácter

El carácter del objeto arquitectónico como totalidad, y el de cada uno de sus componentes espaciales, proviene de la materialización del concepto general y los conceptos particulares que han dado origen a las ideas proyectuales. Este carácter se manifiesta en la forma o volúmenes que contienen el espacio; pero lo más importante es que provenga de las condiciones habitables, físicas y espirituales, del habitante.

El carácter del objeto arquitectónico empieza a ser evidente desde la misma imaginación del arquitecto y luego en las representaciones tridimensionales, ya sea a través de dibujos, modelos o maquetas, que éste haga. El carácter se define también según las actividades humanas que va a albergar el objeto arquitectónico; por ejemplo: un teatro tiene un carácter distinto al que tiene una biblioteca.

Hay arquitecturas que presentan un énfasis en su carácter formal exterior, mientras existen otras, que al contrario, suelen tener un carácter difuso en el exterior, pero en el interior, en cada una de sus espacialidades, su esencia es clara. Depende de cada quien hacer énfasis en el carácter exterior o interior de la arquitectura que se está proyectando, aunque lo más sano puede ser llegar a un equilibrio. Más allá de lo anterior, lo que debería primar, es que el habitante identifique ese carácter, esa esencia, y tenga el placer de reconocerlo como un reflejo de sus anhelos [25]. No sólo en la volumetría se define la esencia o carácter de los objetos arquitectónicos. Esa búsqueda trasciende a todas las escalas de intervención de ese objeto; partiendo por los materiales: entendiendo cómo funcionan, cuál es su expresión plástica, cuáles son sus aportes a la habitabilidad, etcétera [26]. El carácter también está dado por la relación entre esos materiales; los diferentes componentes del lenguaje arquitectónico (ventanas, escalera, puertas, cubiertas, etcétera); en el mismo objeto como totalidad, y en su relación con el entorno.

5) Las materialidades


Como se comentó antes, conocer las posibilidades de cada material que se va a usar para dar forma a las intenciones proyectuales, es fundamental para el arquitecto. Esto indica, que las materialidades deberían estar siempre presentes en su mente; desde la primera idea proyectual. La importancia de este aspecto radica, en que un mal manejo de las materialidades puede impedir que se logren las cualidades habitables, físicas y espirituales, que el habitante anhela experimentar en el futuro objeto arquitectónico [27].

La luz, el sonido o el silencio, los olores, el viento, la vegetación, los paisajes (lejanos y cercanos), el agua, las transparencias y reflejos, y la infinitud de propiedades intrínsecas de las cosas de la naturaleza y de aquellos transformados por el hombre, son también materialidades de la arquitectura. En todos ellos debería apoyarse el arquitecto para enriquecer el espacio arquitectónico, donde tendrá lugar el habitar del ser humano.

Es un acto de humildad entender que, al igual que el arquitecto es un mediador entre la arquitectura y el habitante; la arquitectura también es un puente, un lugar, una frontera, una mediación entre el habitante y su entorno, o como lo diría Heidegger en su ensayo "Construir, habitar, pensar": entre el habitante y la cuaternidad (refiriéndose a la relación entre cielo, tierra, los divinos y los mortales) [28].

Todos los componentes del objeto arquitectónico deberían tener esa condición de lugar. Un muro bajo que se ensancha, puede permitir que el habitante se siente en él, lo considere un lugar para estar, para conversar. La ventana profunda de una casa colonial, permite un lugar para poder observar. Una puerta con un zaguán profundo, da lugar para una transición entre el interior y el exterior. Debería ser un deber del arquitecto, propiciar lugares donde acontezca el habitar humano.

6) El entorno

la arquitectura surge del contexto y de sus materiales; también surge de la formas de habitar. El arquitecto debe buscar en lo posible una solución arquitectónica que responda a ese entorno [29]. Una buena arquitectura es la que permite una clara relación entre el habitante y ese contexto; al respecto Worringer dice: "las continuas mutaciones de esa relación entre el hombre y las impresiones del mundo circundante, constituyen el punto de partida para toda psicología [arquitectura] de gran envergadura [30]".

El arquitecto debería desarrollar su cualidad de ser visionario; de entender las continuas mutaciones de las maneras de habitar del habitante y del grupo social circundante, para prever desde el diseño, una arquitectura que se adapte a ese tipo de variables. Si el proyecto se inserta en un sector urbano, la obra no debería de concebirse como una "obra autista". La arquitectura debería dialogar con su entorno. La arquitectura, quiéralo o no, construye ciudad; en ese sentido puede proveer a los habitantes de la ciudad, acontecimientos que enriquezcan su habitar en ella [31]. Hoy en día no es fácil que un arquitecto pueda intervenir a sus anchas el espacio de la ciudad, pero cada objeto arquitectónico que se construya en ella, puede tener parte de su origen en el servicio de lo público, así sea en el sencillo manejo de su piel, de aquella frontera que separa interior y exterior [32]. Si el cielo es de todos, por qué no abogar porque la tierra también lo vuelva a ser.

Notas finales


El proceso de proyectación no se puede considerar como un proceso lineal, siempre será necesario contemplar todos los aspectos, será un ir y venir entre todos ellos (las ideas proyectuales, las diferentes escalas, etcétera); esto garantizará que el diseño se enriquezca cada vez más. Modificar uno de los componentes en cualquiera de las etapas del proceso, puede significar devolverse a una etapa anterior para modificar nuevamente los asuntos previamente analizados.

La revisión de proyectos análogos debería ser constante; esto servirá como herramienta para enriquecer las soluciones con las que se intenta dar respuesta a las necesidades planteadas en el proyecto. No se trata de copiar, sino de entender otras soluciones que permitan hacer una propuesta más sensata, más estudiada.

No debería existir la preocupación por pensar que el objeto arquitectónico es la simple repuesta a las determinantes trazadas: el habitante, el entorno, el concepto, las materialidades, etcétera. La innovación tendrá lugar en el preciso momento en que el arquitecto, además de responder a todas esas determinantes, sea capaz de prever otros aspectos que el habitante no alcanza a discernir, y que le van a servir, para que su habitar transcurra entre nuevos acontecimientos que marquen su vida de forma positiva. También, que el habitante habite en plenitud (cuerpo y alma) , le permitirá a éste trazarse nuevos horizontes y seguir creciendo, en busca de una existencia mucho más plena en esta tierra, donde ha podido encontrar, gracias a la labor del arquitecto, su lugar entre el cielo y la tierra, entre los divinos y los mortales; es decir, en la cuaternidad.

Finalmente, es necesario entender que la labor de proyectar y diseñar un objeto arquitectónico es algo que implica un trabajo constante, que dependerá del compromiso, de la voluntad del arquitecto como poeta. La inspiración viene del trabajo; en el diseño nada puede ser dejado al azar [33].

Notas

1. Saldarriaga Roa, A., "La arquitectura como experiencia: Espacio, cuerpo y sensibilidad", Bogotá: Villegas Editores, p. 283. Afirma el autor "Trabajar creativamente es ir y venir por los textos, los dibujos, las partituras, las manipulaciones directas de los materiales o las telas que dejaron de ser blancas para ser pinturas. Igor Stravinski sintetizó esto al afirmar que sus obras eran un 20% de inspiración y un 80% de transpiración."
2. Hall, Edward T.; "La dimensión oculta. Enfoque antropológico del uso del espacio"; México: Siglo XXI, p. 288. El autor comenta al respecto: "El hombre por mucho que lo intente, jamás, podrá despojarse de su propia cultura ni prescindir de ella en modo alguno".
3. Edgar Morín comenta: "Comprender significa intelectualmente aprender en conjunto, comprehender, asir en conjunto (el texto y su contexto, las partes y el todo, lo múltiple y lo individual). (…) Comprender incluye necesariamente un proceso de empatía, de identificación, y de proyección. Siempre intersubjetiva, la comprensión necesita apertura, simpatía y generosidad."Morin, Edgar, "Los siete saberes necesarios para la educación del futuro", México: UNESCO: Correo de la UNESCO, c1999, p. 91.
4. Valéry, Paul, "Notas sobre poesías"; Trad. Hugo Gola, México: Universidad Iberoamericana, 1995, p. 26.
5. Octavio Paz, "El laberinto de la soledad", México: FCE, 1997. Paz plantea la importancia de conocer "la naturaleza ritual de los pueblos" , p. 51; y comenta en relación al rito: "nudo de relaciones entre los seres humanos (…). Relaciones que limitan la acción individual y protegen al hombre de la soledad y al grupo de la dispersión (…). Las repeticiones rituales de un pueblo, develan su pasado mítico", p. 223.
6. Cassirer, Ernst; "El mito del estado", México: FCE, 1975, p. 38. Cassirer apoyado en los planteamientos de Th. Ribot dice que el rito y el mito "no existen separadamente; son correlativos e interdependientes, se apoyan y se explican el uno al otro." Y ellos necesariamente, demandan de un escenario espacial que les da lugar, existencia propia.
7. Hartmann, Nicolai; Hartmann, Nicolai, "Estética", México: UNAM, 1977, p. 255. "La expresión de la voluntad vital del modo de vida. También pude llamarse a este estrato interno, la idea de la obra arquitectónica.
8. Hartmann, op. cit., p. 74.
9. Heidegger, Martin, "Arte y poesía", México: FCE, 1992, p. 98. Argumenta el autor: "La esencia del arte es la poesía. Pero la esencia de la Poesía es la instauración de la verdad [del ser]. La palabra instaurar la entendemos aquí en un triple sentido: instaurar como ofrendar, instaurar como fundar e instaurar como comenzar." La arquitectura establece el mundo del ser que la habita; es decir, debe ser un reflejo de su verdad, de su esencia.
10. Hartmann, Nicolai, op. cit., p. 255. "Pertenece entonces evidentemente a la experiencia de la vida en tales obras arquitectónicas, en su contemplación y utilización diarias, en la confianza que se le toma y en la creciente necesidad de hacer que lo habitado, sea soportable y adecuado, para configurar, en general, formas que sean suficientes para un anhelo anímico superior, es decir, aquellas que expresan algo del ser anímico y de la postura interior de sus creadores".
11. Hartmann, Nicolai, op. cit., p. 250. "De veras orgánica, como construida desde dentro, sólo puede ser una solución que parta por completo del aspecto práctico y elija después las posibilidades que éste le permita desde el punto de vista de la forma estética".
12. Fragmentos del poema "Para construir una morada". (Dedicado al arq. Lorenzo Carrasco.) Nazario Chacón Pineda. Documento inédito propiedad de Roberto López Moreno.
13. Heidegger, op. cit., p. 81. Comenta Heidegger: "Los grandes artistas, aprecian en extremo la capacidad manual, para cuyo pleno dominio exige un cultivo esmerado". Esto es una recomendación certera; el arquitecto está en la obligación de conocer las técnicas constructivas de su tiempo, entender los materiales, cómo funcionan, cuáles son sus propiedades, y sobre todo, cuál es su aporte a la habitabilidad de los espacios que permiten materializar.
14. Heidegger, Martín; "Construir, Habitar, Pensar", conferencias y artículos, Barcelona: SERBAL, 1994, p. 8. Dice el autor "El lugar [espacio arquitectónico] avía otros lugares".
15. Heidegger, Martín, "Arte y poesía", México: FCE, 1992, p. 100. "Siempre que el arte [la obra de arquitectura] acontece, es decir, cuando hay un comienzo, se produce en la historia un empuje y ésta comienza o recomienza."
16. Heidegger, op. cit., p.54. Dice el autor: "El ser del útil, el ser de confianza, concentra en sí todas las cosas a su modo y según su alcance. El servir para algo útil solo es, en rigor, la consecuencia esencial del ser de confianza. Aquél está dentro de éste y sin él no sería nada." La arquitectura debe ser de confianza para el habitante, permitir que el ser que la habita se sienta libre, en paz.
17. Paz, Octavio, op. cit., pp. 23 y 30.
18. Heidegger, op. cit., p. 97 "la poesía [la arquitectura] es el decir de la desocultación del ente [de quién la habita] Pág. 115 "la poesía es la instauración del ser con la palabra", se podría decir "la poesía es la instauración del ser que habita en la arquitectura".
19. Heidegger, op. cit., p. 101. Dice el autor: "El origen de la obra de arte, es decir, a la vez, de los creadores y contempladores, es decir, de la existencia histórica de un pueblo, es el arte". La verdad que revela la arquitectura, es en gran parte la realidad del momento geo-socio histórico en que está inmerso el habitante.
20. Worringer, Wilhelm; "La esencia del Gótico", México: FCE, p.17. "Las crecientes relaciones entre los pueblos, han contribuido a imponer la exigencia de un criterio más objetivo para la evolución del arte y a ver una diversidad de voluntades artísticas donde antes no se veía sino una diversidad de capacidades." Pág. 19. "(…) la historia de la voluntad artística vendrá a codearse, como igual, con la historia comparativa de los mitos, (…) las religiones, (…) la filosofía, (…) las instituciones del universo, esas grandes encrucijadas de la psicología de la humanidad."
21. Paz, Octavio, "El arco y la lira", México: FCE, 2006, p. 160. "Así la ocurrencia poética [arquitectura] no brota de la nada, ni la saca el poeta de sí mismo: es el fruto del encuentro de la naturaleza animada, dueña de existencia propia, y el alma del poeta [del arquitecto y el habitante]."
22. Hartmann, Nicolai, op. cit., p. 251. "No hay que pensar que no quede espacio de juego para la configuración espacial si se preocupa uno primero por el propósito práctico". Dando a entender que la exploración espacial es superior a la simple configuración funcional de un espacio.
23. Hartmann, Nicolai, op. cit., p. 250. "Debe proponerse una tarea y justo en su solución debe mostrarse el arte".
24. Heidegger, op. cit., p. 59.Dice Heidegger: "Pero la obra no es ningún útil, provisto además de un valor estético que a él se adhiere". La poética debe estar presente en la arquitectura desde su origen; es responsabilidad del arquitecto, no solo de quien la habita.
25. Worringer, op. cit., p.13. "La psicología del estilo comienza cuando los valores formales se hacen inteligibles como expresión de los valores internos"
26. Hartmann, Nicolai, op. cit., p. 252. "Pues aquí lo importante es esto: que la belleza de la forma no estribe tanto en las proporciones espaciales en cuanto tales, sino en el sentido dinámico de las formas; así, pues, en que el peso de lo material y su superación por medio de la construcción resulten intuibles en la forma visible".
27. Hartmann, Nicolai, op. cit., p. 251. "Ahora bien, todas las artes están ligadas a su materia y ligadas por ella, pero la materia de la arquitectura tiene un peso y una obstinación especiales (…) Por ello, depende también la composición espacial al límite de la composición dinámica."
28. Heidegger, Martín; "Construir, habitar, pensar", conferencias y artículos, Barcelona: SERBAL, 1994, p.4. "El lugar avía la Cuaternidad en un doble sentido. El lugar admite a la cuaternidad e instala a la cuaternidad. Ambos, es decir, aviar como admitir y aviar como instalar se pertenecen el uno al otro. Como tal doble aviar, el lugar es un cobijo de la cuaternidad o, como dice la misma palabra, un huis, una casa. Las cosas del tipo de estos lugares dan casa a la residencia del hombre".
29. Heidegger, Martín, "Arte y poesía", México: FCE, 1992, p. 100. "Saber significa haber visto en el amplio sentido de ver, es decir, percibir lo presente en cuanto tal. La esencia del saber, para el pensamiento griego es la desocultación del ente". El arquitecto debe percibir el espacio como lo van a percibir sus habitantes, conocer la esencia de cada muro, de cada material; asimismo del lugar circundante, de las vistas, la luz, el viento, etcétera.
30. Worringer, op. cit., p. 20.
31. Hartmann, Nicolai, op. cit., p. 254. "El punto de vista suele ser proporcionado por el modo de vida, sobre todo de la vida comunitaria. (…) A qué aspecto se le dé preferencia es asunto del modo de vida predominante o también del gusto. Y aquí -es decir, en el primer estrato interno de la obra arquitectónica- depende ya el estilo de vida muy estrechamente del estilo arquitectónico".
32. Bachelard, Gaston, "La poética del espacio", México: FCE, 2011, p. 250. Dice el autor de la relación entre lo de dentro y lo de fuera: "Dentro y fuera constituyen una dialéctica de descuartizamiento y la geometría evidente de dicha dialéctica nos ciega en cuanto la aplicamos a terrenos metafóricos. Tiene la claridad afilada de la dialéctica del sí y del no que lo decide todo. Se hace de ella, sin que nos demos cuenta, una base de imágenes que dominan todos los pensamientos de lo positivo y de lo negativo".
33. Paz, Octavio, "El arco y la lira", México: FCE, 2006, p. 158.

Bibliografía

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Hartmann, Nicolai, "Estética", México: UNAM, 1977.
Heidegger, Martin, "Arte y poesía", México: FCE, 1992. Heidegger, Martín; "Construir, habitar, pensar", conferencias y artículos, Barcelona: SERBAL, 1994.
Morin, Edgar, "Los siete saberes necesarios para la educación del futuro", México: UNESCO: Correo de la UNESCO, c1999.
Octavio Paz, "El laberinto de la soledad", México: FCE, 1997. Paz, Octavio, "El arco y la lira", México: FCE, 2006.
Saldarriaga Roa, A., "La arquitectura como experiencia: Espacio, cuerpo y sensibilidad", Bogotá: Villegas Editores.
Valéry, Paul, "Notas sobre poesías"; Trad. Hugo Gola, México: Universidad Iberoamericana, 1995.
Worringer, Wilhelm; "La esencia del Gótico", México: FCE, 1985.

Jorge Anibal Manrique Prieto