Sin título   

¿Hasta dónde entra el campo a la ciudad, de noche?
¿el aire de los cerros, las estrellas, las nubes sigilosas?
Cuando las fábricas descansan
y los motores duermen como algunos hombres,
paso a paso, los árboles penetran a las calles macizas,
y el frío se extiende como una sábana de aire,
sube a las azoteas, se esconde en los zaguanes,
aquieta el agua de las fuentes.
La hojarasca, la ardilla, los rumores, la alfalfa,
los eucaliptos y los álamos, las legumbres adolescentes,
los insectos, el viento, hasta las sombras vienen
a limpiar la ciudad, a poseerla.
(Cuando llega la luz, el campo se retira
como un enamorado culpable y satisfecho.)

 

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Jaime Sabines
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