MI CASA


Esta no es mi casa;
mi casa tiene altos ventanales
y un árbol de ramas jóvenes
limpiando celosías de lluvia
en sus cristales.

Mi casa tiene ojos claros
como el alba
y una rosa enamorada
atisbando por rendijas
de su puerta que es mi propio corazón,
hecho de maderas dulces
y de esperanza.

Esta luna gris
que agría la menguada luz
de la corriente
de mi río vertical y perseguido,
no es la misma luna
que tiñe de azul
el aire que decora de amores
la brisa que se hace
dueña, de mi casa
en cada beso de la noche.

MI casa me está esperando
y no tengo la lumbre ahora,
que como racha de luciérnagas
abra el sendero
para llevar mi sombra
a sus umbrales,
ni tengo acequias todavía
que lleve mi ansiedad como agua
para regar su árbol de ramas jóvenes
en sus ventanas.

Mi casa
río noctámbulo y sedentario,
a pesar de sus piedras de infortunio,
copia estrellas doradas
en su espejo peregrino.

Esta no es mi casa
hecha de temor y enormes murallas
para que no huya
el dolor de sus entrañas,
¿mi casa?
hondas raíces de savia cristalina
sustentan su estructura
de amor y altos ventanales.

Viejo río
de generosas aguas
como el vino,
mi casa llena ahora de soledad
por mi ausencia,
tiene lágrimas de pie
junto a las horas,
un vacío royendo sus paredes,
una ansiedad en sus pétalos
pensativos;
una postergada ilusión
de besos y caricias;
y no tengo por ahora
nada que ofrecerle
-sin embargo- ,
le ha de bastar, seguramente
mi solo corazón,
crecido entre lianas de amor
y enredaderas.

Esta no es mi casa;
mi casa tiene un árbol de ramas jóvenes
y una rosa enamorada
junto a su puerta
dolida de maderas dulces
y de esperanza

 

 

 

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