Arquitectura y Humanidades. Poemario.  

Arquitectura   y   Humanidades
poemario

Poemas académicos colectivos


poema colectivo 3

Poemas colectivos elaborados en el taller de creatividad
Música, Arquitectura y Poesía.
por el grupo ARCHITECTHUM
con la técnica surrealista "cadáver esquisito" del poeta francés André Bretón.

Taller de Investigación "Arquitectura y Humanidades"
Programa de Maestrìa y Doctorado en Arquitectura,
Universidad Nacional Autónoma de México

México, D.F., México, diciembre de 2002

Poemas Selectos


Trabajos Académicos


 

I
(la casa, el hogar)
El hombre busca un hogar, como el hogar busca a un hombre. Y no han notado que la búsqueda los ha unido.
Camino por sinuosos senderos, seguro de que no volveré sobre mis pasos. Mi casa se queda atrás; ambos estamos tristes porque ella no puede caminar.
La teja, finalmente, no soportando más el abandono, se deja morir. Todavía no llega al fondo del trágico vacío de su muerte, cuando se halla resucitada en las manos de un niño.
De pronto, sentí la humedad bajo mis ojos, la tristeza y el llanto, me asomé por la ventana, y la vi ahí, siempre con las luces apagadas. Fui, entré en ella, como si la misma casa contestara suplicando: ?no me dejes sola. Puedo entenderla. Yo sola, necesito de los demás, quisiera consolarla, tal vez dejar un poco de mí, en mi soledad acompañarme con ella, y así, yo acompañarla en su soledad.
Pobre casa que en su fealdad abandonada recorre su ser con melancolía. Pobre del hombre que la busca sin encontrarla, con el alma llena de tristeza.
Casa: vida del hombre. Tumba: muerte del hombre.
A veces, esperar con las puertas abiertas no es suficiente; siempre hace falta alguien que acompañe a alguien.
Quiero habitar un poema que me resguarde del viento.
Una casa no es sólo una construcción de ladrillos; es un lugar donde habrá vida mientras el hombre exista.
La casa... por toda esa espera. La casa, que una vez también fue compás de espera. En la casa esperé a mi madre muchas tardes enteras, me visitaron los mejores amigos y platicamos; en la casa, cumplí penitencias y no fui a las fiestas; esperé a que el amante llegara. Ahora, que no hay donde esperar, no me queda más que viajar.
¿Acaso valdrá la pena abandonar la certidumbre del momento? ¿Arriesgarme hacia lo desconocido, dejar mi casa? Sí, pues es una oportunidad más para crecer.
Mi casa, siempre llena de recuerdos, aunque a veces vacía en momentos.
La casa es como la mortaja que se vuelve fría y en penumbra, hasta que no la haces viva, activa. La casa muere sola, hasta que no la alumbra el sol.
¿Cómo esperar escuchar el llanto del niño que habita la recámara superior sin techo, si no encuentras la barrera para que el sonido encuentre el eco?
La casa nueva tenía una sola entrada, pero el viento entraba por cualquier lugar, no importaba la presencia de ventanas. De la misma forma, los espíritus me atraviesan y siento que mi casa no es la fortaleza que esperaba.
¡Cómo recuerdo la habitación vacía al terminar la mudanza! Recuerdos de una infancia feliz, que ahora llevo a un nuevo destino, a una casa nueva que no conozco, pero espero que se incruste en mí.
Aún después de muerto, a pesar de la destrucción, mi alma lleva inscrita en algún lugar las casas que habité, que son parte de mí mismo, y a donde vaya, su recuerdo me seguirá.
Habitación, no percibo música alguna y me alegro, mi alma está tranquila. Habitación, me siento triste, y entonces desearía que hubiera un poco de música para que me reconforte. Habitación, estoy satisfecho y sólo desearía descansar.
Busco un hogar para tener un recuerdo, para que en los momentos de mi insatisfecha existencia pueda añorar un nombre, una voz, un momento, que sólo el espacio me obsequiará en complicidad con el tiempo.
Las paredes están impregnadas de recuerdos.
Nuestra casa es de nuestras más grandes y básicas certidumbres, y en gran parte nos determina, pero más capaces de determinarla somos nosotros, para que nos reciba como queramos.
Quiero escuchar tu silencio donde el espacio se cruza; quiero ver tu voz en un muro donde escuche a tu rostro.
Cuando alguien se va, alguien se queda.
He tenido un habitante como invitado. ¿Debo atenderlo como tal o convencerlo de que no se vaya?
El hogar se desintegra, ya que un hogar no es sólo la construcción. La estructura es la unión de la familia, el amor, el apoyo.
¿Cómo es que una casa se vuelve tan importante? Sentirse poderoso ante este mundo ...
Llegó el tiempo de dejar mi nido familiar y salir a ese mundo tan hostil en el que nos sentimos pequeños. Como a todo ser humano, me ha llegado el tiempo de edificar mi nido con aquellos materiales que jamás se derrumban, materiales que vienen desde dentro de uno, que no tienen precio, ni se pueden comprar. Me refiero a los sueños.
...Para leer la huella de tu presencia ausente.
Mi morada es el mundo, el cielo mi techo, y cada estrella es unos de mis sueños; la tierra donde me encuentro acostado, mi cama, los muros que me resguardan, esas grandes montañas.
Soy el reflejo de mis cosas. La casa del silencio llora. El espacio que nos rodea habla por nosotros. El hogar envejece con nosotros.
¿Qué se habita primero: la casa, la calle, la ciudad? Quien ha vivido en el camino reflexiona: primero se habita el alma.
El anhelo de un lugar para transportar y dejar ahí parte de mi ser es primitivo, mi naturaleza. No basta mi cuerpo para hacer morada.
La melancolía de la casa no está en ella, está en quienes partieron, dejando sus recuerdos.
Cuando nos vamos, nunca dejamos del todo la casa. Permanece en nuestra memoria, permanecemos en su memoria
Te has detenido a ver caer una hoja. Te has molestado en sentir el agua pasar y acariciar tus dedos. Estoy solo, nadie me acompaña.
Será que está triste, parece tranquilo, con los recuerdos que le quedan, aquellos que fueron presente y persona, causa y sombra, y ahora sólo son bastón.
No existe árbol sin tierra, camino sin huellas. Todo está ahí, en los sueños.
¿Por qué no has encontrado? Busca bien, basta que elijas darte cuenta, sólo anhela saber la pregunta, y entonces...
El esplendor de una casa llega cuando es habitada por el hombre.
La casa vive de hambre, como la tumba.
Alguna vez tuve un hogar. Tú te llevaste lo que era tuyo sin pensar en mí. Ahora sólo tengo casa en donde no tengo lugar.
Tus ventanas, desnudas y llenas de todo y de vacío. Te encuentro tan lejana.
Ella es el espacio que vive y convive con nosotros. Forma parte de nuestro ser. Sin ella, nos faltaría algo, quedaríamos desprotegidos. Ella es también siente y resiente; igual que a las personas, los abandonos la hacen decaer, como a nosotros cuando nos hace falta amor.
Corro entre caminos terrosos y pequeños pantanos, corro sin mirar al frente; sólo corro con mi único afán: encontrar un lugar.
La casa es donde dejas el ombligo; te puedes alejar kilómetros y años, pero sabes que donde está tu ombligo, es tu hogar.
Quisiera capturar la historia de tus muros.
No tener un lugar o un hogar que habitar me hace sentir soledad; tener un hogar o un lugar donde habitar me hace sentir feliz.
Observo las casas, éstas que construyen nuestra imagen urbana, y me pregunto ¿qué será lo que distingue unas de otras? Fijándome bien, creo que es su expresión.
La casa es alegría, regocijo y un lugar de meditación y soledad. Los muros de tu casa son testigos de tu vida. Ahí puedes realizar tus sueños, o puede convertirse en tu prisión.
En este día, me encuentro tan vacía, sin un alma que venga a visitarme, ¿será que se han olvidado de mí?
Hoy me encuentro detrás de este muro, me tienes atrapado en tus adentros, donde me siento tan seguro ¿Qué sería de mí sin tu protección?
Todo muere cuando me ves así.
Parte del silencio se forma de ruidos cotidianos: la gotera del techo, el rechinar del piso, la carros afuera, mi propia respiración mientras creo estar en silencio sin escuchar nada.
La casa, que de noche dio calor y alojo, hoy da melancolía y tristeza al oír cantar al petirrojo. La casa yace en la montaña, esperando volver a ser amada.
La casa inolvidable la he reencontrado muchas veces en difusos recuerdos de la gente, en sus memorias, que están a punto de perderse, y sigue ahí para que tarde o temprano escuche en confesión que ese lugar, como tal nunca existió, sólo en el recuerdo.
Mi casa no está en el mar; yo no tengo casa. Pero en el mar, olvido que estoy buscando casa. En el mar hay un hogar que recuerdo cada que digo: Mar-ía, Mar-ía...
¿Cómo explicarle a mi hermana que el cuarto que compartimos me pertenece, cuando ella cree que le pertenece? ¿Serán para ella los mismos muros que guardan mis recuerdos o cambiarán cuando los dejo solos?
Me gusta que mi espacio tenga mi forma, que me pueda reconocer en él, que ambos nos sepamos parte de un mismo momento.
La casa es hogar mientras el hombre es la casa.
Una casa no es solo una construcción de ladrillos; es un lugar donde habrá vida mientras el hombre exista.
Estoy abrumado, esperándote con los brazos abiertos y las ansias de sentirte despejan mi alma.
Lugar donde vivimos grandes días, cobijados bajo un techo alegrando nuestras vidas.
Necesito que alguien me vea y se dé cuenta de lo que puedo dar, pero, ¿qué acaso no es suficiente con conocerme yo y mi creador?
Un respiro, ese es el primer ruido que logro notar. Mis espacios se han ido llenando, murmullos que se transforman en plática y ahora en gritos, para dar paso nuevamente al silencio. Este es mi ciclo.
Sentada junto a mí, mi casa, a la izquierda. A la derecha, siempre, la muerte.
II
(la creación, el trabajo, el espíritu)

¿Dónde está el lugar? ¿El espacio? ¿Hasta dónde gastaré la materia y forma le daré?
Gran parte de hacer eficientemente las cosas es disfrutar al realizarlas. El solo hacerlas bien puede funcionar, pero el disfrutarlo es que hace que las cosas que uno realiza sean únicas.
Sólo vemos lo que tenemos en frente, pero cuando ocurre un cambio, reflexionamos sobre lo que nos rodea.
Todos formamos parte de todo. El mundo se nos revuelca, atrás quedaron esas olas de mareas, y es ahora la llama de esta vela. Es el mundo de tus ideas. Tú bailas conmigo. Tú cantas conmigo. Tú sueñas conmigo. Tú lloras conmigo. Lentamente y con gracia llegas a mí, querida arquitectura.
Necesito que rompan este vacío; que el silencio no sea mi acompañante.
Sólo quiero llegar al destino que me espera, aunque no creo en él, y si creo, es porque lo construyo con mis manos. Busco algo, y no sé qué es, más el espíritu me guiará.
¡Qué importa el destino! Delicioso: el camino.
El otro día, pedí una escalera para llegar a las estrellas. Una escalera para tocar tus sueños y los míos, una escalera grande para jugar juntos en ella. Recibí la noticia de que no podías construirme una escalera tan grande. ?Pero, dime, dónde la guardarías? ¡No importa!. Exijo a los constructores de recuerdos, levanten mi escalera, sólo eso necesito: yo pongo el sentimiento, tú pones la materia, y juntos, el ensueño. ?Pero explícame, ¿por qué quieres una escalera, y no una habitación limpia, con luz, agua corriente y un gran jardín? No entiendes, no quieres entenderme...La cama no es mía, la pared, el mueble, la silla, la ventana y la puerta no son las mismas... Es por eso que quiero una escalera al pie de la cama para subir al lugar de los sueños y, desde arriba, observar a esa que no es mi silla, ni mi puerta, cómo juegan, cómo nos perpetúan. Y tú que no quieres construirme mi escalera...
Unir el día nuevo con un objeto del pasado... El "tapetito" constante, en la casa de la abuela, de la tía; el tapetito para limpiar mis zapatos. Tapetito desencadenador de situaciones perdidas en la cabeza, en la memoria, en el hábito.
CREAR: innovar, diseñar, transformar, imaginar, construir.
Como si estuviera en un museo que se recorre con extremo cuidado; como en un lugar que te sorprende y donde hay mucho por descubrir.
Tiempo, crítica, viento, ironía, fuego, desventura... No son goma para el recuerdo de la morada materna, única y primera de cada quién. Elemento mortal de cualquier expresión creativa.
Sentimiento de oficio. Amor a tus obras. Sé libre, vuela con tu espíritu, deja el frío que envenena tu alma.
Frío lento, frío de ruido, frío de tiempo, frío de sentimiento.
Migración= cambio + razón.
¡Necio corazón, que no has nacido para pensar!
Se llora y se ríe, se ama y se odia; lo entiendo, y lo callo. ¡Tanto que escuchar! ¡Tan poco que decir! ¡Tanto que aprender! ¡Tan poco que enseñar! Gozo hay en esto que los hombres suelen apodar "crecer".
El dolor y el sufrimiento son producto de una imperfección en el diseño de la humanidad: su propia libertad.
El acto más sublime es el amor; la obra más perfecta es el amor; la razón más importante es el amor.
¿Qué será de aquellos olvidados al ver que sólo sus obras se recuerdan y de ellos nada se sabe?
La naturaleza reta nuestra esencia y nosotros nos embarcamos en una competencia que de antemano hemos perdido.
Belleza y verdad son títulos de una misma y única cosa.
Ningún acto es sólo un acto; todos son una aptitud ante la vida.
El arte queda exento de gracia desde deja de servir a la vida.
¿Cómo forjar nuestra propia expresión? ¿Desde dónde mirar? O ¿cómo mirar?
La materia se somete a las manos que manejan las herramientas que las transforman y crean lo que nunca antes fue creado.
El tiempo se anega y se hace herrumbre, metamorfoseando paisajes y colmando flores.
Desesperación y desconsuelo oculto. Hambre y sed ¿de algo o de alguien?
Nuestra vida no es perenne ni el anhelo que perdura siempre.
Un camino al atardecer, las nubes acompañando al sol en su ocaso, la belleza de las flores silvestres al borde del camino; en el llano verde pasto y grandes árboles iluminados con los últimos rayos, sus copas se mueven quedamente al compás del viento ligero, las hojas cayendo sobre el camino, formando un largo tapete al otro lado oscuro, recibiendo al caminante, llegando casi a su hogar.

III
(arquitectura - pensar y hacer)


Soy artista, soy arquitecto. Soy un músico del espacio.... y del tiempo.
La arquitectura es para mí toda una sensación libre y equilibrada del hombre, la naturaleza y el espacio.
De la arquitectura no se habla, porque es como querer traducir la gracia de una mujer o la alegría los amigos. La naturaleza es tan grande que cambia a la arquitectura mientras el tiempo pasa.
La arquitectura es un sueño del hombre, que la ha hecho nacer en su nombre.
Arquitectura para vivir, arquitectura para soñar y no olvidar.
El complemento del sueño de un arquitecto son las sensaciones provocadas en el hombre.
Engendrada en la apacible calidad del mobiliario/ Ya nada permanece/ Ni un recuerdo del brote inocente del agua/ Sulfurada memoria inaccesible/ perdida en la corteza de un instante...Amanece en el cimiento pasado.
Construiré un sueño donde descanse la bruma.
La verdad no existe: el espacio lo llena todo.
Al ver el espacio del canto, la realidad tímida se deja entrever: con extraña lejanía la reconoce. Seducido por el firme roce del viento, cauteriza el vuelo grave de desesperación.
Quiero construir un espacio donde vuelen tus pensamientos.
Soy un arquitecto y me gustaría amar la arquitectura. Veo a personas que la aman, la aman tanto que me deprime. Quiero sentir pasión como ellos, pero no quiero ser como ellos. Qué feliz me hace saber que no todos son así. ¿Es pecado no pensar como ellos? Gracias, "Guízar", no todo está perdido. ¿Qué caso tiene vivir por vivir? ¿Para qué vivir sin la capacidad de sentir? ¿Por qué ellos? ¿Por qué máquinas, incapaces de sentir?
No es condición, ni estado, ni sentido, ni derecho. La libertad es espacio.
¿Es acaso la arquitectura la respuesta a la vida, a la naturaleza o, acaso, al ser humano?
¿Por qué no puedo sentir la arquitectura? ¿Por qué no es como la música? ¿Por qué tuve el destino de no saber amar la arquitectura? El arte no es para todos, aunque hay quienes creen que son artistas. Les entusiasma "hacernos artistas de lo sensible".
Sueño con poder hacer de la arquitectura una obra rítmica y armónica...
La arquitectura es bella por sí misma. ¿Por qué pretender hacerla bella?
Sigo pensando en lo que significa para mí la arquitectura. Es algo que va más allá de lo físico. Es arte, es poesía, es filosofía. No sé. Sigo pensando, y no llego a nada concreto.
De niño jugaba entre el lodo y espacios transformados a mi mundo. Desde niño me comprometí a nunca dejar de hacerlo.
La arquitectura sufre. Sufre por nosotros. No lo entendemos, no lo analizamos. Lo pasamos por alto sin saber que complementa nuestro ser, nuestra alma. Describe momentos, hechos pasados, mostrándose a la vista con deleite, ayudándonos a entender nuestro mundo, nuestro modo de pensar; expresa más que las palabras.
Sin darnos cuenta, la devaluamos, la volvemos menos, no entendemos su porqué. No reflexionamos para entender su por qué, no le mostramos interés.
Quizá algo de lo más doloroso en la vida es ver cómo tu obra muere. La arquitectura, en cambio, no muere. Siempre armónica, danza con el hombre, con el espacio, siempre en ese baile sensual.
Los objetos hacen nuestro pasado, y nos hacen recordar. El hogar del hombre es el mismo hombre. El pasado me refleja. El futuro...me voy.
Arquitecto de casas sin gente o de gente sin casa. Arquitectos que no saben que lo son, que andan extraviados y duermen en la intemperie. Probablemente son arquitectos que construyen su casa con sus propias manos.
Esta expresión citadina o esta expresión copiada, adquirida o trasladada, ¡que muchas veces choca y no aclama a su cultura!
La arquitectura no siempre se erige con blancas, dulces e ilusionadas intenciones.
Una falla es como una salida abrupta, no prevista. Algo imprevisto, que no se tenía planeado y sale de la armonía del conjunto social o arquitectónico.
Alcanzar ese sueño parece tan lejano que sería más fácil construirlo. De pronto, un estruendo rompe la quietud y una silueta aparece dibujada tras aquél fresno; todo pasa rápido, veloz, sin mirar lo que deja atrás.
El crujir de la duela marca el final del instante.
Recibo el primer haz de luz, pero mi sobra no se refleja en el ruinoso muro.
Cada rincón arquitectónico debe llevar una armonía acorde a la naturaleza. Debe ser diseñada para el bienestar general del hombre.
Arquitectura: una invitación a nuestra singularidad y universalidad; el boleto mágico a lo mundano y visceral, o un interesante, nuevo y sobre todo bello microuniverso.
Mi ventana es también mi espejo: captura mi emoción y su reflejo.
Un muro es un espacio, y un espacio hace un sueño. En un espacio ponemos un muro y muere este espacio, pero nace otro. Un muro es un amigo, un cómplice, y el alma de quien lo hace.
El ritmo, el mar, el viento, los árboles, el espacio...La forma arquitectónica se define por estos ritmos, arriba, abajo, adentro y afuera; hace una pausa y después de un viento suave o de un mar apacible, sigue una tormenta, grandes olas...un gran muro, un jardín, una torre. Y después, nuevamente, el viento suave y el mar en calma.
Tal vez no sea necesaria una mansión, tal vez no es necesario saber valorar lo que uno tiene. Cuatro simples paredes pueden albergar cosas mucho más interesantes: un espacio de tranquilidad, seguridad, comodidad. Esas solo son unas de las tantas cosas buenas que brinda la arquitectura.
Todo arte en esencia es poesía. Casa sin gente y gente sin casa. Habitar. Preservar. Tiempo cotidiano. Anhelo. Forma. Espacio. Escuchar la voz del edificio, niño sin techo, hambre de albergar. ¿Qué podemos ofrecer?

 



Agradecemos a la Arq. Daniela Osorio Olave la edición de este poema colectivo y también la coordinación de uno de los Talleres de Creatividad en la Correspondencia de las Artes en el que se produjo este poema colectivo.
Ciudad de México, enero de 2003