Arquitectura y Humanidades

Propuesta académica
 

 
Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.

 

La memoria espacial, un lugar en donde las utopías se vuelven realidad
Reflexión sobre las vicisitudes de la Casa Caballero de Luis Barragán

Milena Quintanilla Carranza

"La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y
magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos
sobrellevar el pasado".
(Gabriel García Márquez, 1985)


¿Qué sucede con la memoria de los espacios arquitectónicos que así como el amor, viven un gran esplendor en un tiempo determinado, pero después insospechadamente, se consumen en las llamas de un futuro malaventurado? El amor es incierto y por ello muchas veces peligroso, es de valientes el haber estado atrapado en las redes del proceso de enamoramiento, con un principio y con un fin, y aun así tocar una vez más a su puerta, estando dispuestos a reemerger y resumergirse en sus profundidades más abisales.

¿Pero qué sería de la humanidad sin el amor?, ¿qué movería al mundo si los seres humanos no buscarán sino ser individuos y entes aislados, velando tan sólo por subsistir desde el aspecto biológico? Definitivamente si no fuera por la búsqueda de lazos, de conexiones, de sistemas de relaciones afectivas, la humanidad no existiría más. Así, en esa compungida, pero inmensamente atractiva incertidumbre vive el destino de la arquitectura que se proyecta con pasión.

Mucho se ha hablado de la arquitectura de Luis Barragán, quien además de convertirse en arquitecto, fuera artista, filósofo e incluso un poeta del espacio. En su trabajo se destaca la experiencia sensorial a través de la serenidad, la luz, las sombras, el color, la armonía; que antes sólo encontrábamos en la arquitectura conventual. Conocemos sus proyectos y por medio de la narrativa sabemos que cada una de ellos tiene un valor que va mucho más allá de lo cuantitativo, pues Barragán no construía moradas sino como decía Heidegger, viviendas, en las cuales realmente puede acontecer un habitar en todo el sentido de la palabra.

Sin embargo, no siempre los espacios concebidos con tanto esmero, como siempre lo fueron las obras de este ingeniero con alma de arquitecto, corrieron con buena suerte, pues el buen habitar, no es responsabilidad única del que idea, del que proyecta o el que construye, sino también del que propiamente habita y procura sus modos de habitar. Nuevamente, Heidegger nos remite a este fenómeno cuando habla de que la verdadera penuria del habitar no consiste en la falta de viviendas, sino que "reside en el hecho de que los mortales primero tienen que volver a buscar la esencia del habitar; de que tienen que aprender primero a habitar." [1] Así, tan importante es la concepción y el diseño de las obras arquitectónicas, como el cuidar, el curar y estar presentes en su desarrollo.

Tal fue la suerte de la Casa Caballero, última casa proyectada por nuestro galardonado personaje. Proyecto en el que el compromiso del arquitecto se encontraba incluso en lo que no se podía ver, bello por dentro y por fuera, resuelta en lo majestuoso tan a detalle como en lo minucioso, confortable física y espiritualmente, pensada espacio por espacio, conceptualizada actividad por actividad, pero jamás comprendida por sus habitantes, quienes en realidad no fueron habitantes, sino simplemente usuarios.

El maestro y arquitecto Eduardo Chávez, quien fuera residente y constructor de tan conmovedor proyecto, apunta que "la arquitectura es experiencial", y gracias a proyectos tan decantados como el de la Casa Caballero, en el cual cada detalle había sido concebido desde los planos arquitectónicos, es que se aprende al mismo tiempo a leer, pensar, construir y experimentar la arquitectura.

Y aunque desafortunada sea la historia que ha acaecido esta morada, la buena noticia es, que la Casa Caballero puede vivir y permanecer aún en nuestra memoria, pudiendo suceder que ahí, en nuestra imaginación sea incluso más hermosa de lo que pudo llegar a ser de haberse concluido. Este acontecer, sólo puede surgir de aquellos que además de ser arquitectos, fueron poetas y grandes conocedores de las raíces y los porvenires de una cultura en la que se inserta la obra arquitectónica.

Notas

Heidegger, M., "Construir, habitar, pensar", 1951 conferencias y artículos, Barcelona: Serbal, 1994.

Bibliografía

Heidegger, M., "Construir, habitar, pensar", 1951 conferencias y artículos, Barcelona: Serbal, 1994.


Milena Quintanilla Carranza