Arquitectura y Humanidades
Propuesta académica

Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.


El muelle de Huanchaco

José Carlos Martín Gallardo Ulloa

Huanchaco es el balneario más importante de Trujillo, está ubicado aproximadamente a unos 15 km de esta Ciudad del norte del Perú. Es una antigua caleta de pescadores, su origen se remonta hace más de mil años, y proveía del producto marino a los habitantes de la Ciudad de Chan-Chan, capital del imperio Chimú. Según el idioma nativo, Huanchaco significa "pescado de oro", debido al gran valor que le dieron al preciado recurso. Durante siglos, esta hermosa playa ha sido lugar de la pesca artesanal, actividad tradicional heredada por generaciones de antaño. Hasta la fecha se puede observar, fusionándose con el paisaje natural, a los hombres montados en sus caballitos de totora [1], que surcan los mares con sus redes para obtener el preciado sustento. En las familias más tradicionales de Huanchaco, por lo menos uno de sus miembros se dedica exclusivamente a la pesca artesanal, teniendo su propio espacio para ello, pues el mar está dividido por parcelas para la explotación ordenada y distribución democrática del recurso.

Con toda esta gran riqueza natural y cultural, este poblado se convirtió desde principios del siglo XX, en la zona de veraneo preferida de las familias trujillanas más distinguidas, asentando sus viviendas alrededor del tradicional pueblo. Actualmente, es la zona turística recreativa más importante y de mayor identidad de todos los habitantes de Trujillo, manteniéndose aún sus tradiciones ancestrales. Existe una fuerte conexión entre los pobladores de este lugar y el mar. Lo que provocó que su muelle, se convirtiera consciente o inconscientemente, en la conexión física entre ambos mundos, una forma de penetrar al mar sin necesidad de ingresar precisamente en él; se transformó en un medio para explorar el mar, remontarlo, invadirlo, formar parte de él, de una manera más pasiva, pero no menos emocionante, así como también, formar parte de la aventura del pescador montado en su caballito de totora que con el vaivén de las olas, hace un juego mágico y cadencioso, exótico casi erótico, en su integración con el mar.

Diariamente, y mucho más durante los fines de semana, llegan cientos de personas de Trujillo que conjuntamente con los propios huanchaqueros, hacen uso de este espacio para recorrerlo, vivirlo y gozarlo. Es común, ver a familias paseando por este espacio disfrutando del buen clima en casi todo el año y niños jugando a lo largo de todo el recorrido; también se aprecian los pescadores de hilo que desde temprano buscan un espacio para conseguir los mejores peces, incluso ahora al ingresar al muelle, venden hilo de pescar y carnadas para que cualquier visitante forme parte de este espectáculo de hilos y carnadas, de peces y pescados, de alegría y emoción, emulando al que se ve en el horizonte, al que se enfrenta realmente con el mar. Pero, lo que nunca deja de apreciarse en el Muelle de Huanchaco, son las parejas de novios, que en sus recorridos lineales en atardeceres y noches, necesariamente interrumpidos en el camino, se dan un beso internándose cada vez más en un medio desconocido y mágico, y dónde las glorietas sirven de refugio a la brisa y protección de las miradas, pudiendo integrarse visual y físicamente en este mar platinado, que cuando es bañado por la luna, pareciera que brotan chispas de luz en las olas, creándose un escenario perfecto para el amor.

Así, este muelle se convirtió en el espacio urbano necesario para realizar los rituales del mito ancestral de integración de dos mundos. Una integración que unifica, homogeniza y que marca una identidad de su comunidad. Las actividades que se realizan en este muelle suelen ser las mismas, lo único que cambia son las personas, y de acuerdo con las circunstancias, se realiza el acto ritual de recorrer y vivenciar el espacio, con una mezcla de emociones de temor y alegría, en una mágica internación en este medio desconocido y hermoso, para formar parte de él y sentirse una persona de mar, como lo que realmente somos los trujillanos.

En este comportamiento social, existe una lógica particular, reforzada y cimentada por la antigua tradición de los hombres de pesca, pero también existe el aspecto irracional, más propiamente dicho el emocional, pues el comportamiento se convierte en una reiteración emotiva y también simbólica de esta ancestral simbiosis. Asimismo, existe una dualidad de pensamiento (propuesto por Kant), de homogeneidad, buscando un común denominador entre los miembros de la comunidad y al mismo tiempo de diferenciación, presentándose diversas opciones para actuar en dicho espacio, de acuerdo a la persona, al momento y al estado de ánimo.

Para entender el mito del dialogo entre el binomio hombre-mar, como dice el filósofo de origen prusiano Ernst Cassirer, hay que entender el rito, y en este caso se confirma la máxima. Observando el actuar de la gente que visita y vivencia el muelle de Huanchaco, uno puede entender la mágica relación del hombre con el medio marino, no sólo productivamente, sino que el hombre se convierte realmente en el nexo de dos mundos, la tierra y el mar, que se tocan, pero que son opuestos, y en tanto el muelle ayuda a tal efecto. Cassirer, plantea que "el mito nos ofrece una unidad de sentimiento (...) y la identidad fundamental de la vida" [2], y aquí ocurre de esta manera. La vida del trujillano y más propiamente el huanchaquero, está siempre relacionada con el mar, incluso la comida típica trujillana se basa en especies marinas. Somos los trujillanos hombres de mar por excelencia, y hemos encontrado en Huanchaco, un medio para dejar fluir ese sentimiento. El penetrar en el mar, bañarnos en él y pasear en el muelle nos devuelve y aviva en nosotros tal sentimiento.

Estas actividades que realizamos en el muelle, parafraseando a Cassirer, son las expresiones de nuestro sentimiento homogéneo. Algunas aparentemente no son tan lógicas. Nos vamos al muelle y pescamos con hilo y carnada no para alimentarnos; lo que realmente hacemos es emular simbólicamente al verdadero pescador que ingresa osadamente al mar, y nosotros a través del muelle, lo realizamos sin mayor peligro. El recorrido que hacen los novios, también es reiterativo y aparentemente monótono, pero tiene un trasfondo simbólico, pues existe no sólo el placer de buscar un sitio romántico en este espacio, sino el hecho de integrarse con el mar físicamente. Estar entre dos mundos opuestos, ser mitad terrestre, mitad marino y hacerlo en pareja, le brinda a esta experiencia una connotación de continuidad, una búsqueda de perennizarse en este medio aparentemente infinito.

El pescador de Huanchaco se convierte, asimismo, en el héroe de todos los habitantes y visitantes de esta caleta. Es sin duda, el ejemplo de héroe de ese mito ancestral: el encuentro del hombre con la tierra y el mar. Este hombre sin nombre, resulta ser el guía silencioso de todas las necesidades y expresiones psíquicas de los visitantes del muelle y nos hace sentir parte integrante de este nuevo orden ecológico. Él representa el esfuerzo, la acción y la lucha para lograr todo ello, y eso es expresado en el rito de emulación que los visitantes al muelle realizan en dicho espacio. No es sólo por diversión, puesto que existe un trasfondo muy fuerte de compenetración e identificación con esta tierra y este mar, siendo el símbolo de todo ello el pescador artesanal sobre su caballito de totora.

Ernst Cassirer en el libro ya citado, refiere al héroe de Thomas Carlyle, el cual resulta ser un hombre con muchas cualidades que lo identifican y lo llevan incluso a ser líder de grandes naciones e imperios, pero también existen los héroes anónimos, y éste es uno de ellos. Es un hombre común, sin don de la palabra, ni una mente lucida, incluso no es realmente uno solo, sino todos hechos uno. Sin embargo, es el símbolo de esta sociedad huanchaquera, es el osado, el valeroso y esforzado, es tan importante como el pueblo mismo, es el que ha edificado el paisaje y todo el ambiente con su propia imagen. Cassirer nos dice, "el hombre forma siempre su imagen de la naturaleza de la suya propia" [3] y en este caso, este hombre lo ha logrado, ha encontrado el poder y dinamismo en Huanchaco y ello lo trasmite en su propio ser, en su actividad, en su imagen.

En un ambiente basado en dos medios como el mar y la tierra, existe una relación espacial muy particular entre ellos, que aunque se tocan y conviven siempre, no se combinan. En realidad se podría decir que la tierra es la que contiene a esta gran masa acuosa, pero lo que se percibe es que el mar llega a la orilla y se regresa a su espacio, no existe una conexión aparente entre estos dos medios, más que en este punto límite, son dos ámbitos que coexisten en el paisaje natural pero sin compenetrarse. Esta dualidad es permanente en este tipo de ambientes, pero es el hombre el que los integra y logra una unidad entre ellos, en muchos casos con una gran riqueza tanto productiva como ecológica.

Durante cientos de años se ha ido cultivando y acrecentando una conciencia colectiva o como dice Wilhelm Worringer, una sensibilidad artística de la sociedad para la creación de espacios que logren expresar esa riqueza de interacción humana. Él nos dice, los hechos artísticos son "formaciones o productos de ciertas categorías apriorísticas, de ciertas inclinaciones primarias de la sensibilidad artística y aún mejor, de la sensibilidad general" [4].

Asimismo, se ha ido consolidando una necesidad psíquica para conectarse cada vez más en ambos medios de esta zona de borde, en este límite que los une y a la vez separa. Y debido a ello, se han creado una serie de espacios regidos por una voluntad creativa colectiva; es decir, una necesidad de expresar todo ese sentimiento social. En palabras de Worringer, "las continuas mutaciones de esa relación entre el hombre y las impresiones del mundo circundante, constituyen el punto de partida para toda psicología de gran envergadura" [5].

En este caso, el muelle en estudio, se convirtió en una necesidad colectiva de expresión física de dicha conexión o interacción de la tierra con el mar y, por lo tanto, el ser humano se convirtió en un ente activo que potencía y enriquece el equilibrio ecológico, creando nuevos ciclos de vida, nuevas relaciones entre los elementos que conforman el ambiente natural, construido y social. Este espacio como potencializador de ese sentimiento no es el único, pues existen otros elementos creados por el hombre que acrecientan y expresan esa necesidad psíquica.

El "caballito de totora" es un ejemplo sencillo. La forma de estas pequeñas embarcaciones no es casual, así como el hecho de que aluda a una forma natural (el caballo como medio de transporte). Los antiguos pobladores de esta zona, crearon simbólicamente un medio "natural" para explorar otro medio. Asimismo, el que esta embarcación haya sido diseñada para una sola persona denota un individualismo también simbólico, que expresa el papel del hombre como conquistador de nuevos horizontes, hay aquí un evidente antropocentrismo. El huanchaquero intenta con esta aventura, proponer un orden regular en su cosmovisión, como él es el centro de la naturaleza y para él ella ha sido creada, así pues, sólo él puede buscar la articulación entre los elementos que la conforman.

En el muelle de Huanchaco, no sólo se realiza una conexión física entre la tierra y el mar, sino que además dicha vinculación es visual, y en esa visión se potencia la energía espiritual que denota el lugar. En la expectación dada dentro del muelle, se estimula la imaginación del hombre en diversos grados y modos, generándose así viajes imaginarios, buscando abarcar y abrazar más ampliamente lo que le rodea.

Por otra parte, el trasfondo en la arquitectura, según el filósofo alemán Nicolai Hartmann, es algo que aparece en la obra, es algo que la anima. Es el alma de las cosas, más bien el alma de una época, de la gente que la habita y le da vida, que encuentra en ella la expresión de sus emociones, deseos y esperanzas. Es la fuerza y energía que la mantiene erguida y digna, "tras lo directamente visible se presenta un todo mayor que, como tal, sólo puede darse en una visión conjunta más alta" [6]. Estos aspectos profundos son visibles de muchas maneras en espacios que se han convertido en verdaderos lugares, donde la gente hace suyo el espacio, generándose una empatía, una verdadera simbiosis en su experiencia con ella. El Muelle de Huanchaco, un verdadero lugar de encuentro, involucra en toda su composición un trasfondo de verdadero valor y coherencia, no sólo con su fin práctico, sino además y sobre todo, con el sentido de expresión del modo de vida y voluntad del hombre de mar.

Hartmann, nos habla de estratos externos e internos en la creación arquitectónica, "en la arquitectura se abre el trasfondo y resulta una secuencia de estratos" [7], y ellos son visiblemente sustentados en su integralidad formal y conceptual de este elemento urbano arquitectónico. Los estratos son una secuencia de conceptos e ideas que se van plasmando en la obra, oscilan entre los más evidentes o prácticos hasta los más profundos, siendo los que realmente sustentan la arquitectura y toda su composición espacial, formal y material. El primer estrato externo, que no puede ser eludido por su importancia vital en la arquitectura, es el fin práctico. En el caso de este muelle, es por un lado, el de servir de embarcadero a los caballitos de totora, de abastecimiento y disposición de sus redes para la pesca, así como de punto de referencia en el mar de Huanchaco, y también, de espacio para el paseo y conexión física con el mar.

El sentido o "espíritu" de esta composición práctica, está basado en su configuración lineal. Una línea que atraviesa el mar y las olas hasta encontrar una zona de mayor calma para realizar las diversas actividades. Asimismo, esta disposición en eje lineal posibilita el adecuado uso del espacio para su variedad experiencial.

La composición espacial y formal de este muelle, está generada por una plataforma de unos cinco metros de ancho, que se inicia desde una pequeña plaza ubicada en la orilla de la playa, se interna homogéneamente hacia el interior del mar en unos cincuenta metros, rematando en su parte final con un espacio formado por dos glorietas. Su forma lineal varía por la inclusión de una plataforma de unos tres metros de ancho, adosada a su extremo derecho, al costado de las glorietas y dispuesta en un nivel más bajo para el fácil acceso de los pescadores.

A lo largo de este recorrido lineal se encuentran distribuidos en cada tramo, espacios de estar, con mobiliario para sentarse y en algunos casos también para comer, bajo el cobijo de sombrillas de madera, elementos similares a las glorietas del remate. Además, todo el muelle está delimitado por una barandilla de madera, muy discreta y casi trasparente, que permite una gran visibilidad. El color, que cubre tanto las barandillas como las cubiertas ligeras, es de un azul pastel, que entona con el carácter cromático del paisaje natural. El material utilizado en todo el conjunto es la madera, con una estructura portante de hierro fundido de color negro, la cual soporta la plataforma lineal conformada por tablones de madera, sucesivamente dispuestos dejando un pequeño claro entre ellos, produciendo un efecto interesante al poder observar también el mar bajo los pies.

La impresión de conjunto de las partes y el todo, como lo describe Hartmann, sustenta la composición formal espacial y el uso dinámico de los elementos y materiales. El ser un elemento predominantemente lineal, concretiza el carácter efímero de un espacio, donde el sentido de penetración a otro medio viene a ser como una aguja que entra y los conecta fácilmente. La sensación de la gente al usar este espacio es el de no ingresar a algo físico externo y diferente a la superficie acuosa, es casi caminar sobre el mar.

El uso del color refuerza este concepto, fundiéndose en un todo, el muelle y el mar. Asimismo, el color de madera natural en el piso, permite una continuidad visual de la superficie del suelo de la tierra dirigiéndose hacia el mar, generándose durante esta experiencia, una transformación o metamorfosis de la tierra al agua, acrecentada por la semi-transparencia del piso, debido a los tablones separados ligeramente entre sí. El uso de la estructura portante, así como de los elementos que conforman las barandas y pérgolas o cubiertas ligeras, tienen el mismo principio ordenador. El trasfondo de toda esta virtualidad, está orientado a la fusión del muelle con el paisaje, más bien, a la fusión o conexión entre los dos medios, tierra y mar, teniendo al hombre y su arquitectura como artífice de esto.

De igual manera, el trasfondo metafísico que refiere Hartmann en sus estratos internos, está denotado por la expresión del modo de vida del hombre de mar que está fuertemente remarcada con la existencia de este espacio urbano arquitectónico. Todo este elemento se convierte en una expresión vital de la articulación entre dos mundos, una verdadera prolongación de la tierra, una extensión de la misma, un puente que los une, una zona intermedia que es mitad mar y mitad tierra, enmarcado en un nuevo equilibrio entre los elementos del paisaje ecológico, donde la mano del hombre los integra adecuadamente. La arquitectura es, sin duda, poesía en su totalidad vivencial. La experiencia fenomenológica del espacio arquitectónico que nos refiere Gastón Bachelard en su Poética del Espacio, conlleva a ensueños diversos, experimentando sentimientos notables de intimidad, protección, incluso de libertad y conexión con el exterior.

En el muelle de Huanchaco se presentan este tipo de ensoñaciones referidas por Bachelard, en medio de imágenes poéticas que envuelven al hombre en la experiencia del espacio. En los atardeceres mágicos de luces y colores, los matices tonales nos transportan a un mundo mágico casi irreal, provocando suspiros y meditaciones; y en las noches oscuras o de luna llena, el mar platinado por el destello del reventar de las olas, así como su delicioso y cadencioso sonido, nos hacen recorrer imaginariamente todo el horizonte, montados invisiblemente en un caballito de mar. Este espacio colabora, permite y propicia una diversidad de ensoñaciones de eternidad, inmensidad, plenitud, paz y amor.

Bachelard nos dice, "en los ensueños que se apoderan del hombre que medita, los detalles se borran, lo pintoresco se decolora, la hora no suena ya y el espacio se extiende sin límites" [8], en este caso creo yo, que la ensoñación de nuestra meditación se tamiza, colorea y reposa sobre este lugar tan hermoso, por tanto, se enriquece, se produce una meditación más profunda y noble. ¿Son quizás allí nuestras ideas de colores, musicales y ventiladas con la brisa?. ¿Es este muelle, medio de exaltación de todos nuestros sentidos? ¿El caballito de mar, es el que nos lleva a nuestra inmensidad íntima?

En realidad este espacio se ha convertido en un verdadero poema de arquitectura, no es un elemento sofisticado en tecnología, pero transmite todas las cualidades poéticas que el hombre identifica y comparte con sus semejantes. Y este poema, no ha sido sólo escrito por el arquitecto o persona que la diseñó y edificó, sino por todos al usarla, transformarla y adecuarla a sus necesidades, deseos y aspiraciones. Al preguntarnos Octavio Paz si "¿no sería mejor transformar la vida en poesía que hacer poesía con la vida?" [9], nos confirma lo que ha pasado y está pasando con este espacio urbano arquitectónico, se ha realizado poesía con todo este mito del hombre y el mar, expresado en este muelle.

Espacios como este, mediante su conformación, emplazamiento, estructura, formas, materiales y colores, tienen la capacidad de transmitirnos mensajes poéticos. Todo el muelle en su totalidad nos significa un tiempo, una historia, una vida, un fenómeno social, un mito. Al ser vivenciado de esta manera este espacio, se ha transformado en lugar, un lugar de encuentro entre hombres y entre dos medios, teniendo al hombre como artífice de ello. Paz nos dice que "todas las obras desembocan en la significación; lo que el hombre roza, se tiñe de intencionalidad: es un ir hacia…" [10], la significación del muelle de Huanchaco va más allá de su sentido utilitario, conlleva conceptos e ideas de integración, encuentro, esperanza, identidad, emulación, todo resumido en un poema espacial, que refleja una imagen poética del hombre marino.

Asimismo, no son los elementos aislados que conforman el muelle los que brindan las imágenes poéticas, sino el conjunto, la idea de ritmo poético en los elementos como las barandas, las pérgolas, el camino o recorrido lineal, etc., son en su totalidad un poema enmarcado en el paisaje natural, la arquitectura está enriqueciendo la imagen poética de la naturaleza. Por tanto, el arquitecto es también una poeta, y el hombre que usa la arquitectura le da vida a ese poema. Esta arquitectura rescata lo esencial, lo mágico, lo que puede ser compartido por todos. En ello radica la poesía.

El muelle, aunque está compuesto formalmente de un ritmo integral, su continuidad espacial se trunca en apariencia, ingresa al espacio inmenso del mar, adquiere ahora otro ritmo, un ritmo infinito y prodigioso, lejano y cercano a la vez, "el ritmo nos engendra en nosotros una disposición de ánimo que sólo podrá calmarse cuando sobrevenga algo. Nos coloca en actitud de espera. Sentimos que el ritmo es un ir hacia algo, aunque no sepamos que puede ser ese algo" [11]. Este ritmo consiste en la alteración de la totalidad de la naturaleza con la inclusión de este muelle, se crea una concordancia interesante que nos envuelve en un todo, natural y artificial.

Martín Heidegger, también refiere los valores esenciales de la obra de arte y la poesía. Él nos dice que toda obra está centrada en el acontecer de la verdad, una verdad que consiste en la desocultación del ente, "es verdadero lo que corresponde a lo real, y real es lo que es en verdad... verdad es la esencia de lo verdadero" [12]. El muelle de Huanchaco, como obra urbano arquitectónica, expresa lo verdadero en la esencia del hombre del lugar, hay una concordancia y un acontecer verdadero en su emplazamiento, forma y espacio, con respecto a su propio existir.

Heidegger, nos dice que la esencia de la poesía es el lenguaje, "la poesía no toma el lenguaje como un material ya existente, sino que la poesía misma hace posible el lenguaje. La poesía es el lenguaje primitivo de un pueblo histórico" [13]. Existe aquí, un lenguaje común que compartimos al apreciar y vivenciar este espacio, entendiendo el sentido de su expresión. El muelle como imagen poética en el mar de Huanchaco, es la expresión de este pueblo milenario, una expresión inextinguible. En conclusión, el diseño de espacios que tengan todas estas cualidades y rescaten el valor esencial de las personas en un medio determinado, es un propósito que debe ser erigido por todo arquitecto. Es un serio compromiso que a veces olvidamos al dejarnos llevar en esta corriente comercial y consumista.

Asimismo, es necesario hacer una prospectiva de nuestra actividad, con el fin de planificar nuestras acciones y lograr el futuro deseado, o como dice Elvia del Olmo, "planear nuestro futurable o futuro deseable y no el futurible o futuro posible" [14]. Es decir, planificar nuestras acciones hacia propósitos previstos en un escenario futuro, servirnos de una guía conceptual para planificar nuestro futuro y tomar decisiones desde ahora, para lograr nuestras metas. Del Olmo, refiere a autores como Sachs que ven la prospectiva como "una reflexión sobre el futuro que implica al mismo tiempo, el escrutinio del pasado y el presente, buscando los gérmenes del futuro en una proyección, que contiene parámetros cualitativos y cuantitativos" [15].

En función de todo ello y analizando nuestra situación actual, podemos observar un escenario futuro en constante perfeccionamiento durante nuestra formación personal y profesional, así como un mejor ejercicio y una mayor sensibilidad social e histórica. Al reflexionar cuestiones como la expuesta en el presente ensayo, nos permite encontrar dentro de nosotros mismos, la esencia de las cosas que antes eran cotidianas y hasta superfluas, nos permiten abrir los ojos para ver lo poético de las cosas sencillas, que encontramos fácilmente pudiendo hacerlas nuestras. El futuro previsto, puede consistir en germinar un cambio y formar a otros desde las aulas, con fuertes bases en una filosofía de ejercicio arquitectónico, involucrando los elementos esenciales y valiosos del hombre que sirvan más intensamente a la dotación de un hábitat ideal; como dice Heidegger, "aprender primero a habitar" [16] y después saber cómo construirlo.

Las zonas marginales de nuestras ciudades de Latinoamérica, carecen actualmente de ambientes dignos y bellos para vivir, y nuestro servicio está aún más lejos de ellos. Generalmente, nuestra participación, está casi siempre regida por modelos estándar de familias imaginarias o inexistentes, y que sólo restringe la forma de vivir de las familias reales, negándoles mejores posibilidades de hábitat. Nuestro compromiso con ellos por tanto, debe ser mucho mayor, pues conforman una gran parte de nuestro país.

Pueblos como Huanchaco, con todas sus limitaciones económicas, se convierten en ámbitos ideales para poner en práctica nuestro ejercicio sustentado en toda la filosofía expuesta. Se puede con nuestro aporte, propiciar y motivar la integración de los habitantes de un lugar, creando lugares sinceros con su historia y acontecer cultural. Es posible crear verdaderos poemas con nuestras obras rescatando las necesidades psíquicas de una sociedad y dejar después que su sensibilidad aflore y haga suya la arquitectura.

El muelle de mis recuerdos

En esta noche de luna y estrellas?siento mi mente volar, con todos mis bellos recuerdos en mis antiguas noches de mi plateado mar. Al cerrar ahora mis ojos, puedo sentir bajo mis pies las blancas olas del mar, en ese frágil camino, que me dabas al andar. Siento la brisa marina acariciar con suavidad mi piel, y siento esa gran emoción de ser parte de ti, la tierra y el mar también. Tú eres refugio para toda mi ensoñación, de niño, mil y un juegos, de grande, escondite para mi amor. Nunca olvidaré esos días de inmensos sueños y pasiones,ni tampoco al fiel guardián de mis bellas ilusiones

Notas

1. Embarcación hecha de una especie vegetal que crece en zonas pantanosas y llenas de agua. Tiene forma alargada y arqueada simulando a un caballo de mar sin cabeza.
2. Cassirer Ernst, "El mito del estado", México: Fondo de Cultura Económica, 1946, p.48.
3. Cassirer, Ernst. Óp. cit. p.242.
4. Worringer, Wilhelm, "La esencia del gótico", México: Fondo de Cultura Económica, 1990, p.20.
5. Ídem.
6. Hartmann, Nicolai, "Estética", Barcelona, España: Herder, 1988, p.147.
7. Hartman, Nicolai. Óp. cit., p. 249.
8. Bachelard, Gastón, "La poética del espacio", México: Fondo de Cultura Económica, 1975, p.226.
9. Paz, Octavio, "El arco y la lira", México: Fondo de Cultura Económica, 1956, p. 7.
10. Paz, Octavio. Óp. cit., p.19.
11. Paz, Octavio. Óp. cit., p.57.
12. Heidegger, Martín, "Arte y Poesía", México: Fondo de Cultura Económica, 1958, p.82
13. Heidegger, Martín. Óp. Cit., p.140.
14. Del Olmo, Elvia, "Métodos Prospectivos: Una síntesis de enfoques sobre el futuro", Caracas, Venezuela: Cendes Publicaciones, 1980, p.14.
15. Ídem.
16. Heidegger, Martin, "Habitar, construir, pensar", trad. Eustaquio Barjau, en Conferencias y artículos, Barcelona, España: Serbal, 1994, pp. 1-246.

Bibliografía

Bachelard, Gastón, "La poética del espacio", México: Fondo de Cultura Económica, 1975.
Cassirer Ernst, "El mito del estado", México: Fondo de Cultura Económica, 1946.
Del Olmo, Elvia, "Métodos Prospectivos: Una síntesis de enfoques sobre el futuro", Caracas, Venezuela: Cendes Publicaciones, 1980.
Hartmann, Nicolai, "Estética", Barcelona, España: Herder, 1988.
Heidegger, Martín, "Arte y Poesía", México: Fondo de Cultura Económica, 1958.
Heidegger, Martin, "Habitar, construir, pensar", trad. Eustaquio Barjau, en Conferencias y artículos, Barcelona, España: Serbal, 1994.
Paz, Octavio, "El arco y la lira", México: Fondo de Cultura Económica, 1956.
Worringer, Wilhelm, "La esencia del gótico", México: Fondo de Cultura Económica, 1990.

José Carlos Martín Gallardo Ulloa