Arquitectura y Humanidades
Propuesta académica

Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.

 

Espacios imaginarios I

Introducción

Cuando pensamos en el significado de la imaginación, generalmente relacionamos el término con su etimología, lo que nos conduce a considerarla como una facultad de formarnos imágenes de la realidad en la mente. Sin embargo, la imaginación es mucho más que una facultad humana; la imaginación es un proceso superior complejo que nos permite trascender nuestra condición humana, nos posibilita traspasar las fronteras del mundo físico e incluso del mundo de las ideas. La imaginación es una función temporal, utópica que nos permite figurar previamente a crear, pero no sólo figurar formas visuales, como podría confundirnos el acudir a este vocablo; sino figurar nuevos modelos, nuevos paradigmas, nuevas vidas. Por su parte, la arquitectura no podría ser sin los espacios; es decir, si prescindiera de todo lo que nos rodea, sin ese lugar donde se encuentran las cosas y en el que los eventos y las relaciones humanas que ocurren tienen una posición y dirección relativas. En tanto, el espacio arquitectónico no podría cobrar sentido sin la imaginación, puesto que ésta hace posible la creación de conceptos, cosas y por supuesto, de espacios, los cuales necesariamente fueron prefigurados, preconcebidos, pre habitados y diseñados en algún momento previo a su existencia. Así, nos encontramos ante una triada indivisible: arquitectura-espacio-imaginación, tres palabras que se funden en un solo ente durante el proceso de diseño arquitectónico, y es precisamente por ello que los espacios imaginarios no son soliloquios en la teoría del diseño, sino que son tan sustanciales como los objetos urbano-arquitectónicos tangibles, de los cuales nos vemos rodeados siempre y cotidianamente en nuestras vidas, puesto que estos, tienen la capacidad de definir los anhelos y las cosmovisiones de las comunidades humanas que los habitarán.

Es sabido que en el paradigma contemporáneo del S. XXI, la razón, como característica dominante del ser humano, ha pasado poco a poco a un segundo plano. Es decir, jamás la razón dejará de ser un elemento que nos defina como especie en gran medida, pero es la imaginación la que mejor puede actuar como propulsora de aquella, la razón, pudiéndose incluso desprender de ella misma, dado que tiene la capacidad de mediar entre el entendimiento y la sensibilidad, asunto que siempre ha sido motor de inspiración en las más sorprendentes creaciones de la humanidad. Ante esta revolución filosófica, los espacios imaginados, ya sea por escritores, artistas, arquitectos, o incluso poetas, llaman a nuestra curiosidad y detenida observación por encima de los espacios puramente funcionales. Es así que, la pregunta por el diseño del espacio más confortable, más atractivo y más espectacular, se convierte en la pregunta por la interpretación, diseño y materialización del espacio imaginado, que es a su vez el espacio verdaderamente anhelado, el espacio realmente necesitado.

Milena Quintanilla Carranza