Arquitectura y Humanidades
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EL SER POETA. OCTAVIO PAZ

Por: Michelle Rivera García

 

“El poema no es una forma literaria sino el lugar de encuentro entre la poesía y el hombre. Poema es un organismo verbal que contiene, suscita o emite poesía. Forma y substancia son lo mismo.” Paz, a lo largo de su obra literaria, “El arco y la lira”, intenta reivindicar al poeta y al lenguaje, ya que en la sociedad contemporánea en la que nos encontramos inmersos, se ha hecho tan cotidiano y se ha empleado tan a la ligera y de manera errónea el termino “poético”, que hemos caído en la perdida total del significado de lo que en realidad significa.

Octavio Paz explica exhaustivamente como existe una relación innegable entre el poeta, el poema mismo y el lector, empieza explicando como lo humano es gracias a la palabra, ya que la historia del hombre es la relación que existe entre las palabras y el pensamiento. “No sabemos dónde empieza el mal, si en las palabras o en las cosas, pero cuando las palabras se corrompen y los significados se vuelven inciertos, el sentido de nuestros actos y de nuestras obras también es inseguro.” Es muy importante entender que el lenguaje no es un objeto, más es una condición de la existencia del hombre, y no solo las palabras son lenguaje, también lo es el silencio, ya que éste está lleno de signos, dichos signos que serán nutridos por nuestras experiencias, sueños, anhelos y deseos.

Paz menciona que “el habla es la sustancia o alimento del poema, pero no es el poema” , la poesía es magia, es realidad, la poesía funda mundos, de ahí es en donde surge este eterno trascender del poema, va más allá del poeta, este le sobrevive, lo traspasa, lo inmortaliza, porque no es solo suyo, se vuelve la voz de los demás, porque las palabras del poeta son también las de su comunidad.

“Dos fuerzas antagónicas habitan el poema: una de elevación o desarraigo, que arranca a la palabra del lenguaje; otra de gravedad, que la hace volver. El poema es creación original y única, pero también es lectura y recitación: participación. El poeta lo crea; el pueblo, al recitarlo, lo recrea. Poeta y lector son dos momentos de una misma realidad.”

La palabra no es si no hay quien la escuche, tal como menciona Heidegger en su libro “Arte y poesía”, que para que la obra sea obra debe existir una contemplación hacía la misma, sin embargo, si ésta, no encuentra inmediatamente esta contemplación, entonces, su verdad no puede ser apreciada y la obra no puede ser obra, ya que “ la contemplación de la obra como saber es el sereno estado de interioridad en lo extraordinario de la verdad que acontece en la obra.”
 
El poema nos revela quienes somos y nos invita a ser lo que realmente somos, las palabras del mismo siempre están en movimiento, tal parece ser que tienen una autonomía caprichosa. “El pensamiento no se resigna; forzado a usarlas, una y otra vez pretende reducirlas a sus propias leyes; una y otra vez el lenguaje se rebela y rompe los diques de la sintaxis y del diccionario.” Sin embargo, la palabra por sí sola, no es lenguaje, ya que para ser lenguaje, es necesario que se asocien a otros elementos como los signos y transmitan un sentido.

Podríamos decir que “la frase” es el habla común entre los seres humanos, y como se ha mencionado ya, las palabras son necesarias para conformar a la frase, pero para hablar de poesía, debemos ser capaces de aislar las palabras y no degradarlas a un simple conducto gramático para expresar cualquier cosa, es decir, hacer un estudio minucioso; dividir frases en palabras, palabras en silabas y silabas en letras. Esto es ritmo, y “el ritmo no es medida: es visión del mundo.”

Paz ejemplifica como el ritmo es la fuente de las creaciones del ser humano; calendarios, moral, política, arte, filosofía, etc. “La historia mismas es ritmo. Y cada civilización puede reducirse al desarrollo de un ritmo primordial.” Todo es ritmo, y el universo mismo es un sistema de ritmos contrarios, ritmos que se complementan, ritmos que no pueden ser el uno sin el otro, porque al final ¿qué es la luz sin la obscuridad?.

En el libro se habla de cómo todas las sociedades son regidas por dos calendarios: uno que rige la vida diaria y las actividades profanas, y otro que rige los periodos sagrados, ritos y fiestas (Paz, p.61). En el primero nos encontramos con las horas, días, meses y años, mientras que el segundo no tiene continuidad, ya que no es una medida, sino una realidad que vive.  De ahí deviene el mito, ya que como nos dice Paz, “el mito es un pasado que es un futuro dispuesto a realizarse en un presente.” Para entender mejor esto, es importante hacer énfasis en que nosotros vivimos un presente que se dirige hacía un futuro pero termina en el pasado, mientras que el orden mítico lo resuelve de manera totalmente contraria: el pasado va hacía el futuro, pero termina siendo presente.

El poema, parece tener su propio ritmo, ya que para nosotros el pasado, está en el pasado, sin embargo, para el poema, lo que ya pasó, volverá a pasar, reencarnará.

“El pasado y el presente de las novelas no es el de la historia, ni el de un reportaje periodístico. No es lo que fue, ni lo que está siendo, sino lo que se está haciendo: lo que se esta gestando. Es un pasado que re-engendra y reencarna. Y reencarna de dos maneras; en el momento de la creación poética, y después, como recreación, cuando el lector revive las imágenes del poeta y convoca de nuevo ese pasado que regresa. El poema es tiempo arquetípico, que se hace presente apenas unos labios repiten sus frases rítmicas.”

El ritmo es el elemento más antiguo del lenguaje, incluso podría decirse que del ritmo nace el lenguaje, ya que todas las expresiones verbales son ritmo. Así pues, el lenguaje tiende naturalmente a ser ritmo, sin embargo, existe un elemento que se resiste a esta “fuerza de gravedad” que parece ser el ritmo en el lenguaje:  la prosa. Paz menciona que la prosa nace de la desconfianza del pensamiento ante las tendencias naturales del idioma.

Por un lado tenemos a la poesía, vive en todos nosotros, en todas la épocas… no existe un pueblo sin poesía, sin embargo, si los hay sin prosa. Por lo que podríamos deducir que la prosa no es algo natural del ser humano, no como lo es la poesía, “la poesía ignora el proceso o evolución, y sus orígenes y su fin se confunden con los del lenguaje. La prosa, que es primordialmente un instrumento de crítica y análisis, exige una lenta maduración y sólo se produce tras una larga serie de esfuerzos tendientes a domar el habla.”  

En el recorrido de este libro, el autor nos habla también de la imagen, explicándonos que esta palabra posee un valor psicológico, y que las imágenes son productos imaginarios, ya sean figuras reales o irreales que evocamos y producimos con la imaginación, que es uno de los sentidos internos que posee el hombre, en otras palabras, “la imagen es cifra de la condición humana.”

“La imagen no explica: invita a recrearla y, literalmente, a revivirla. (…) La imagen transmuta al hombre y lo convierte a su vez en imagen, esto es, en espacio donde los contrarios se funden.” Nosotros, designamos con la palabra imagen toda forma verbal, y estas expresiones verbales han sido clasificadas por la retorica como metáforas, alegorías, mitos, símbolos, etc. Y así, es como el autor nos habla de el principio de la contradicción complementaria: vida – muerte.

Nos pone un ejemplo de esta contradicción complementaria; si en un poema se mencionan piedras, nosotros automáticamente damos por hecho que estás son pesadas, ya que de hemos tenido contacto con ellas en nuestras vidas, sin embargo, señala, que apegándonos a este principio (el de la contradicción complementaria), se menciona algo ligero, como la plumas, que como bien sabemos, son ligeras. La magia de la imagen, dice Paz, es que ésta es capaz de unir estas dos imágenes y así nacer una frase como: las plumas ligeras son piedras pesadas, y de esta manera llegamos a la imagen de lo indecible.

Así pues, el hombre se vierte en el ritmo, el ritmo se declara imagen y la imagen vuelve al hombre en cuanto esté repite un poema. (Paz, p. 117).  Y así es como Paz nos lleva a “la otra orilla”, explica como el ser humano se siente fascinado por el mundo de lo divino, lleno de tanto misterio y cosas desconocidas, “ya que la experiencia de lo sobrenatural es la experiencia de lo Otro.”

La experiencia de lo sagrado podría parecer una contradicción, ya que por un lado, es una revelación de nuestra condición original, que al mismo tiempo es una interpretación que tiende a ocultarnos el sentido de la misma. Esto no puede intelectualizarse, es algo que va mucho más allá de una reflexión critica, es algo mucho más emocional y sensitivo, “el ser mortales y el saberlo y sentirlo, la religión es una respuesta de condena a vivir su mortalidad que es todo hombre.”

La religión y la poesía son parte de la naturaleza del ser humano, y al mismo tiempo el acto poético nos muestra que ser mortales solo es una de las caras de nuestra condición, y que la otra es ser vivientes. (Paz, p.155) La poesía abre mundos, los integra, y nos da la posibilidad de ser. Al ser parte de nuestra naturaleza, la poesía y la religión muchas veces se confunden, pero hay que saber, que la religión un acto original, sino una interpretación, mientras que la poesía, es la revelación de nuestra condición.

Dicho lo anterior, hay que entender esa revelación como la creación de nosotros mismos, y para llevar a cabo esto existen diversas maneras, y no siempre es de manera verbal, lo único inamovible en esta ecuación, es el hombre. Sin embargo, cuando de poética hablamos, todo cambia, ya que como menciona Paz, “la poesía no se siente: se dice.” Ya que la forma particular en la que se expresa es con palabras, mismas que constituyen al núcleo de la experiencia poética.

Paz, en su capítulo, “La inspiración”, plantea una interrogante: ¿cómo se escriben los poemas?,  y para responder a ello, es importante volver un poco al principio de este ensayo, cuando se explica como la voz del poeta es la voz del pueblo, o sea que es y al mismo tiempo no es suya.  Y para ser justos con el titulo de este capítulo, la inspiración es lo que necesita el poeta, sin embargo, no es tan simple como parece, ya que ésta es una voluntad que quiere manifestarse, autónoma, ingobernable, que va y viene. No sigue calendarios, ni fechas límite, solo es.

“El acto de escribir poemas se ofrece a nuestra mirada como un nudo de fuerzas contrarias, en el que nuestra voz y la otra voz se enlazan y confunden.” Y es que es justo en ese momento en el que todo se torna borroso, en donde lo que creíamos claro se difumina, borrando los límites, las fronteras, y una vez más, se vuelve contra nosotros, o con nosotros, ¿quién sabe?, tiene voluntad propia, y el hombre se vuelve una especie de marioneta, marioneta que escribe a merced de este ente.
Sin embargo, esta voluntad no puede salir y fundar un mundo, es decir, se necesitan el uno al otro, el hombre a la inspiración y la inspiración al hombre. Una vez existiendo el poema, deja de pertenecerle al poeta, se desprende, dejando al poeta como al principio; solo. Pero esto no es un hecho negativo, por el contrario, en la poesía todo es ganancia, y todo es pérdida también.

Hemos dicho ya, que la poesía es algo que parece estar adherido a la humanidad, al hombre mismo, sin embargo, hay que aclarar que “lo poético no es algo dado, que esté en el hombre desde su nacimiento, sino que es algo que el hombre hace y que, recíprocamente, hace al hombre.” La poética, es una posibilidad, y esta posibilidad nosotros mismos la creamos, así como  creamos las palabras, eso que no existe, que no tiene nombre, pero que al nombrarlas existen. Para ilustrar esto, el autor nos pone un ejemplo: cuando el poeta va a escribir, dice no saber que es lo que va a escribir, cuando en realidad lo que no sabe es como se llama lo que va a escribir, pero muy dentro de él, ya conoce lo que va a crear.

Paz hace énfasis en que la acción poética es un acto involuntario y natural del ser humano y que se produce siempre como negación del sujeto. Y de cómo la inspiración funge un papel importantísimo para llevar a cabo este acto, del que obtenemos como resultado el trascender, que a su vez, permite hacer de este mundo habitable. El autor también menciona un termino que resulta fundamental a lo largo de este libro: la “otredad”, en donde resuelve que la inspiración no es más que una manifestación de la “otredad”.

En el capítulo la consagración del instante, Paz nos explica como “el tiempo cronológico –la palabra común, la circunstancia social o individual- sufre una transformación decisiva: cesa de fluir, deja de ser sucesión, instante que viene después y antes de otros idénticos, y se convierte en comienzo de otra cosa.”

 

 

Ciudad Universitaria , México, mayo de 2017

Michelle Rivera García

BIBLIOGRAFÍA

HEIDEGGER, M. Arte y poesía. (Traducción de Samuel Ramos) Ed. Fondo de Cultura Económica. México, 2006.

PAZ, O. El arco y la lira. Tercera edición, 1972. Ed. Fondo de Cultura Económica. México, 2015.
 

NOTAS


Paz, O. “El arco y la lira” México, 2015. p.14

Ibid. p.29

Ibid. p.35

Ibid. p.39

HEIDEGGER, M. “Arte y poesía” (traducción de Samuel Ramos), México, 2006,  p.90

Paz, O. “El arco y la lira” México, 2015. p.49

Ibid. p.59

Ibid. p.59

Ibid. p.62

Ibid. p.64

Ibid. p.69

Ibid. p.98

Ibid. p.113

Ibid. p.129

Ibid. p.145

Ibid. p.157

Ibid. p.159

Ibid. p.167

Ibid. p.171

Ibid. p. 186