Arquitectura y Humanidades
Propuesta académica

Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.


"Arquitectura y crítica", de Josep María Montaner.
Barcelona, España: Gustavo Gili, GG Básicos, 1999.


Milena Quintanilla Carranza

Este libro busca responder de manera concreta y didáctica a los cuestionamiento sobre: ¿Qué es la crítica? ¿Cuáles son sus objetivos y sus significados? Y si esta tiene algún sentido en el campo de la arquitectura.

Esbozando un recorrido histórico desde los pioneros de la crítica arquitectónica del siglo XIX, hasta personajes representativos de la historiografía moderna como Sigfried Giedion o los legados escritos de arquitectos trascendentales como Adolf Loos o Le Corbusier. Desde las diferentes interpretaciones derivadas del existencialismo, la fenomenología, la iconografía o el estructuralismo, hasta arribar al panorama posestructuralista, con nombres como Peter Eisenman, Rem Koolhaas o Kenneth Frampton, el texto traza una ruta a lo largo del siglo XX que nos permite comprender las claves utilizadas por la crítica desde los orígenes hasta la actualidad.

Para ello, el autor señala que historia, teoría y crítica de la arquitectura son conceptos que comparten las mismas fuentes, aunque persiguen distintos objetivos. Son asimismo complementarios puesto que uno no se explica ni se realiza sin el otro.

También explica que el juicio estético se fundamenta en la teoría, y que ésta se alimenta a su vez del entorno cultural. El juicio consiste en una valoración individual en el que se integran conocimientos, experiencias, metodologías, habilidades y el gusto propio del sujeto que emite el juicio. Sin embargo apunta que para ello, es primeramente necesario, que la obra sobre la que se elaborará un juicio, haya alcanzado sus finalidades, las cuales según Montaner, son las siguientes:

- Funcionalidad distributiva y social;
- Belleza y expresión de símbolos y significados;
- Adecuado uso de los materiales y las técnicas;
- Relación con el contexto, el lugar y el medio ambiente.

De este modo, el juicio habría de emitirse atendiendo a las condiciones particulares de cada obra, a sus condiciones espaciales fundacionales, a su funcionalidad tanto espacial como sociocultural y al tiempo en que fue construida.

"Wölfflin defendió que no existen estilos mejores que otros, sino que existen simplemente estilos distintos tal como existen miradas distintas. Los juicios de valor sobre las obras de arte sólo pueden emitirse dentro de los límites y coordenadas de cada configuración óptica o de cada estilo. Cada período histórico debe interpretarse conforme a los criterios que en aquel pasado predominaban, no a partir de aquello que aparecerá más tarde. Y todo esto porque cada época tiene su propia voluntad de estilo, su peculiar manera de mirar, sus necesidades formales, sus características" [1].

Por otra parte, el autor manifiesta que desde el Siglo XIX, las nociones técnicas y artísticas de la arquitectura se han debatido entre teóricos, críticos e historiadores, haciendo énfasis en el particular punto de vista que orientase la visión de cada uno respecto del estudio de la arquitectura, constituyendo este uno de los grandes problemas respecto a la validez o invalidez de las críticas por su carácter subjetivo y parcial. Sobre esta base, respecto al carácter artístico de las obras arquitectónicas, Montaner cita a Benedeto Croce quien dice que:

"el arte es una intuición lírica, una imagen fragmentaria de la realidad. Y esta capacidad de intuición artística, que es totalmente independiente del pensamiento lógico, no es una prerrogativa exclusiva de los grandes artistas; pertenece a todos los seres humanos y por esta razón cada individuo es capaz de disfrutar la obra creada por los artistas. Dentro de estas coordenadas, Croce insiste en la artisticidad de la arquitectura, en su espiritualidad por encima de los condicionantes tecnológicos" [2] .

El libro de Josep María Montaner, Arquitectura y crítica, nos permite cavilar que, quizás la poca importancia que se le da a la arquitectura fuera de su gremio, estriba e que los mismos profesionales no hemos insertado a la disciplina como tema de discusión y reflexión, sino más bien como tema de admiración o reprobación. La mayoría de los profesionales del campo, evitamos la crítica, reemplazando los espacios que podríamos tener para su emergencia con temas de ciudad, gestión o cultura, pero desde una perspectiva somera -y en ocasiones eufemística-, que por lo demás no debe dejar de existir, pero es necesario complementar.

De manera personal, considero que a los arquitectos y estudiosos del espacio habitable, nos hace falta atrevernos más a criticar los proyectos y las obras que se construyen día a día en nuestras localidades, desde fundamentos teóricos y objetivos en virtud de que de se pueda ir aprendiendo y desaprendiendo lo que es favorable o no en la generación de espacios de calidad habitable.

Notas

1.Montaner, J.M. Arquitectura y crítica. 1999. Pp. 30-31.
2. Ibíd. p. 33.


Milena Quintanilla Carranza