Arquitectura y Humanidades
Propuesta académica

Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.


El espacio de la mística en la vida moderna (Arquitectura y Mística)

Margarita León Vega
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En un interesante artículo titulado “Cómo podrá sobrevivir la mística en la megalópolis moderna” , Isidro-Juan Palacios, señala:
Vivimos en un mundo que se dice negado para la mística. La mentalidad dominante en esta era argumenta que la mística es algo oscuro y escondido, primordial y muy lejano, incontrolable y esencialmente incomunicable. Está además por encima de las leyes, es ilegal, su libertad es extraña e incoherente. No se deja conocer, no se deja investigar, no se fija, como el viento. Vieja y antigua, no muere, permaneciendo joven en el ahora. No nos abandona.

En ¿qué sentido se entiende tal negación y la obstinada supervivencia de la mística sobre el pragmatismo y el ansia de poder y de conocimiento que, varios sostienen, niega la mística? Si convenimos que podemos percibir en momentos de nuestra vida que hay “algo que nos sobrepasa, que se encuentra más allá de las apariencias, de todo lo que puede ser pensado, sugerido e intuido, de toda fugacidad; y sin embargo -sigue diciendo Palacios-, se relaciona entrañablemente con nosotros y nosotros con él”, es posible hablar de una experiencia mística, esto es, de un ensanchamiento de conciencia, como señala Evelyn Underhill. Una conciencia de los elementos primigenios, sean naturales o construidos por el hombre, una conciencia “de la relación con la realidad desde nuestra condición humana”, entendiendo por Realidad (con mayúscula), y en un sentido amplio,  Dios o el Ser o el Absoluto. Se trata de una relación que vivo con Ella desde mi persona y en mi persona, una relación mutua que es “la negación de mi aislamiento, de mi egoísmo, de mi exclusión y mi ruptura con respecto a todo ser que es  […] Sin ella nada es en el todo; con ella todo es en la nada” . La búsqueda de la unión perdida, de esta relación sustantiva con el Todo, con el Universo significa la recuperación del Ser en el Ser trascendente.

Dentro de la tradición mística en varias religiones, la mística es  “experiencia en lo más íntimo de la persona de una realidad sobrehumana” : Dicho espacio íntimo es, el alma, figurada como un cristal de muchas caras o como las aguas de una fuente donde se refleja el rostro de Dios (santa Teresa y san Juan de la Cruz), o como un jardín delicioso (en el Islam y para los Persas) o un huerto (los “prados de verdura” de san Juan de la Cruz o los jardines islámicos); pero también es el corazón, lugar de las batallas para el místico (san Juan de la Cruz, santa Teresa, Ibn Arabi), o el corazón “como espejo que homologa el macrocosmos y el microcosmos” (para los poetas sufíes).

Una pregunta nos invade, ¿cómo es que la mística, esta experiencia considerada inefable, esto es, difícil de describir y transmitir se presenta en la vida actual? Y además ¿en qué términos, con qué palabras se esboza y se emboza? ¿En qué partes del cuerpo, del “alma”, del “corazón”, del pensamiento ocurre? ¿En qué espacios, en qué ambientes, en qué circunstancias y a qué tipo de personas le sucede? ¿Recurre el sujeto que la experimenta a una figuración o imaginería que apela a un camino, a una geografía, apegada a los cánones religiosos y místicos o, por el contrario se expresa apelando a una arquitectura peculiar? ¿Es posible hablar de un hábitat donde se realiza tal encuentro inefable, distinto al jardín, a la fuente, al huerto y al corazón de los místicos?

Aldous Huxley en su libro The Doors of Perception se refería a la experiencia que tuvo con la mescalina, la cual ve como experiencia trascendente, muy similar a la de la mística. Entre otras reflexiones interesantes, habla de la visión que ocurre al contemplar la Realidad “sin obstrucciones” en la cual el hombre está incluido, suscribiendo lo que señalara el poeta inglés William Blake que afirmaba que:

Si las puertas de la percepción
quedaran depuradas,
todo se habría de mostrar al hombre
tal cual es: infinito

 Lo que afirman los dos escritores ingleses, apunta a lo que otros autores y estudiosos de la mística han afirmado, en el sentido de que, ese sentimiento “oceánico” en términos de Romain Rolland, ese “sentimiento de lo Eterno” que inspirara valiosas reflexiones a Sigmund Freud, puede producirse en el ámbito de lo sagrado, pero también de lo profano, como señala Michel Hulin. Una serie de testimonios recogidos por dicho estudioso nos muestran las maneras distintas de experimentar tal sentimiento. Las experiencias de éste provienen de diferentes personas, sean intelectuales, escritores y artistas, o simplemente de personas comunes, en distintos ámbitos y circunstancias; pero, en todos los casos, domina la noción de una apertura que se produce súbitamente. Gracias a ella, la impresión dominante de estar a distancia del mundo exterior, por próximo que esté objetivamente, de estar separado de él, desaparece o se debilita. La conciencia, que se golpeaba desde siempre con los cristales invisibles de las ‘ventanas de los sentidos’, encuentra de repente una salida y puede llegar a mezclarse con las cosas, en una intimidad inaccesible a todas las formas de relación constituidas sobre el modelo de la mirada.

La vida contemporánea nos ha llevado a perder el sentido real del significado de la religión y de la dimensión religiosa del hombre, esto es, de acuerdo a Raimon Panikkar y desde una perspectiva secular “la faz humana implícita en cualquier aventura del hombre”, pues ciencias, disciplinas y artes, desde la matemáticas hasta la arquitectura y la música son actividades del espíritu humano que tratan aspectos específicos de la realidad, esto es, dirigen la atención hacia determinados objetos. Cuando encuentran en éstos un elemento “extraño, un plus o un más irreductible a los propios parámetros de sus disciplinas, pero relacionado con ellas sin disociación posible, tocan lo que podemos llamar trascendencia, hallan la dimensión religiosa”; en pocas palabras, “la referencia a la trascendencia implícita en toda aventura humana”.

No obstante, en el ejercicio de cualquier actividad humana, sea a través de la aventura estética o la meramente cotidiana y a raíz de tierra, sea en el caso de un artista célebre o de una persona sensible, podemos experimentar ese “elemento irreductible”, ese plus del que habla Panikkar; es decir, el recurso al Misterio del que parte la experiencia religiosa y todavía más, la mística. Sea a través de la luz, del color, de la forma de un objeto artístico o a través de la contemplación de la naturaleza, o vía el viaje al interior de uno mismo, es posible, en un momento privilegiado, acceder a la trascendencia que nos conforma, esto es, a nuestra propia “faz humana”.

Pero, qué entendemos por mística, de acuerdo a Juan Martín Velasco, la palaba se refiere a
[…] experiencias interiores, fruitivas, que tienen lugar en un nivel de conciencia que supera la que rige en la experiencia ordinaria y objetiva, de la unión cualquiera que sea la forma en la que se la viva- del fondo del sujeto con el todo, el universo, el absoluto, lo divino, dios o el Espíritu.

Y desde la perspectiva de Evelyn Underhill

[…] es la expresión de la tendencia innata del espíritu humano a la completa armonía con el orden trascendente, sea cual sea la fórmula teológica con la que se comprende ese orden.

Raimon Panikkar, por su parte, señala que la mística “es la experiencia integral de la realidad”, esto es, el acceso a la plena realidad , a la realidad completa, indivisa, llámese  Dios, el Todo, la Nada, el Ser, o lo que sea “que se nos presenta sin parcelaciones”, aunque la interpretemos de manera diversa y desde un  ángulo concreto, con lo cual -señala el estudioso-, “aunque la realidad sea indivisa, nuestro acceso es parcial”.
Pensemos en ejemplos contemporáneos en los cuales es visible la necesidad y la capacidad de un creador de comunicar tal experiencia, no obstante sea inefable. Es el caso de la obra de Anish Kapoor, cuyas esculturas vacías ponen ante el espectador “el reto de poner en suspensión la realidad ordinaria para penetrar en un campo de percepción desconocido, sin por ello renunciar a su manifestación sensible” .

La manifestaciones de tales experiencias son variadas en cuanto al tema del espacio donde se verifican: desde el espacio yermo del desierto donde se le aparece a Moisés la “zarza ardiente”, el antiguo templo de la religiones judía, cristiana o islámica, pasando por las catedrales, iglesias, capillas y humildes oratorios, hasta el propio cuerpo y la palabra misma. Un lugar de privilegio lo ocupa la poesía como una forma intensificada de la experiencia humana, pues no sólo es un intento por parte del poeta de comunicar lo inefable de ésta a través del color, del sonido de las palabras, sino que, el propio proceso de la imaginación, la misma poiesis pueden vivirse como tal experiencia cumbre. De ahí que se haya considerado que la experiencia del poeta y del místico tienen muchas similitudes. Es aquí donde se ancla el tema de este trabajo el cual podría describirse como la manera en que la obra de dos poetas mexicanas contemporáneas nos acercan al proceso creativo y su relación con la mística a través de la figuración de dos espacios: el cuerpo y la arquitectura.

Sabeli Ceballos: el cuerpo, hábitat de Dios.  
Sabeli Ceballos Franco (Ciudad de Campeche, 1957), aborda en uno de sus poemarios, Diósfera , el tema de una vivencia extrema y excepcional como lo es la mística, la cual reconoce haber tenido.   Esta poeta es conocedora de la mística clásica cuyas cimas son san Juan de la Cruz y santa Teresa y está consciente de lo que significa experimentar el éxtasis como parte de un largo proceso, a un tiempo doloroso y placentero; pero su vivencia descrita en su poemario, se nos presenta como una suma de momentos climáticos, de revelación interior y del mundo que la rodea, las cuales adquieren una nueva dimensión. El título es más que ilustrativo. Hablamos de una conciencia ensanchada, de un grado de  lucidez mental, de una visión tan reverente y gozosa, en la cual “los mínimos accidentes de la vida son radiantes”. Se trata, en términos del psicólogo norteamericano, Bucke, de una “Conciencia Cósmica”.  

En la presentación que abre su libro, Sabeli Ceballos Franco señala, entre otras cosas, que Diósfera está dedicado  no sólo alos lectores “involucrados en el ejercicio de una fe” , sino a aquellos  quienes “sin compromiso moral de por medio, reconocen su ser espiritual como parte de sí mismos” ; además aclara que su poemario “no es una obra religiosa, sino un diario espiritual dentro del mundo que habitamos”, aunque reconoce su filiación cristocéntrica, la cual, tiene mucho en común “con otras diósferas paralelas”  

El título además queda más o menos aclarado cuando señala que “Los poemas transitan en contextos ordinarios, “a merced de circunstancias que provocan el cielo y el infierno dentro de uno. Así se puebla una biósfera de vivencias, con la certeza de cohabitar con otros bajo el amparo celestial… de donde se desprenden temas como la revelación y la adoración, la carnalidad y la sexualidad, la ira y el dolor” . La intención del libro, queda por demás explícita en el poema que lo inicia y que es una suerte de declaración respecto de la intención del yo poético.

ya por aburrimiento de mentiras
ya por cansancio
solo recibirán de mí
la luz que me ha crecido
dentro.
            (“lo que tengo soy”)

Parece que la poeta se refiere a un doble significado de “luz”, el del silencio que precede a la creación y es origen de la palabra y, por otro lado, a la luz cuando surge la imagen en el poeta.  Nos recuerda también que la naturaleza del “éxtasis” aparece claramente expresada en el símbolo de la luz, pues, desde Plotino, “el éxtasis es vivido y descrito como experiencia luminosa” , amén de que dentro de la fenomenología mística, la luz se asocia también al “despertar de la conciencia trascendental” o “despertar del yo”; en palabras de Starbuck, “ la experiencia de conversión”, en la cual “ ‘la persona emerge de la existencia en un mudo limitado, más reducido, a un mundo mayor, el mundo del ser’ ” .. No se trata de una conversión de tipo teológico, es decir, de cambiar de ser ateo a ser creyente  o de ser cristiano a musulmán. Se trata de un cambio de conciencia que tiene su reflejo en el propio cuerpo.

[…]
tú me preguntas ahora
(que tengo etapas en vez de años)
me preguntas qué prefiero
lengua o lirio
y pienso en la felicidad del loto
pienso en agua

pienso en mi cuerpo liberando
sus siete notas
cuando estoy inmóvil y en silencio

me viene el golpe de pasión que dan los montes
los cañones templados
las vertientes

los calambres que pegan en el costado
las criaturas que respiran
me viene el alma a la mente

sé de lo obvio
del mar que duerme y despierta
sobre el regazo de la tierra
y de la tierra abrazada a los océanos
                                                            (“no lo esperé de mí”)
El hábitat de la experiencia puede ser la casa, donde los elementos cobran vida como parte de una Unidad superior, trascendente:.
aquí no pasa nada sino el viento
el viento y los ángeles guardianes

se sientan en la silla cuentan mis gotas
en las jícaras que están junto a la puerta

mis gotas no son lágrimas
-les digo-
Son mis suspiros que absorbieron esperanzas
[…]
este es mi patio y aquí guardo mi reposo
las palabras juegan canicas sobre el cemento
mientras me tiro la silleta
y abro compuertas. (“no pasa nada”)

 

Los versos parten del interior del sujeto para desplazarse al cuerpo mismo como un microcosmos que forma parte de un macrocosmos;  por ello le pide a los cuadernos donde guarda las palabras, que mientras ella se despega de la observación de su entorno, mientras su imaginación vuela, que “cuiden mi mundo”, “curen mi grito”, “cuiden mi sangre” . La  experiencia mística y la estética se pueden dar en los momentos menos esperados, en lugares que podrían calificarse de “antimísticos”, e incluso de “antipoéticos”. En el poema “escribiendo notas para el super”, Sabeli dice:

con la sencillez de un arco iris
paso de la aurora a la mañana
y sin planes de viaje me hallo lejos
en tu presencia solamor

ya es inevitable
que así como la tierra
mi corazón rote hacia tus brazos
a mil quinientos kilómetros por hora

no estabas en la lista de rutinas
pero apareces siempre
en traslación hacia mi pecho
clareando las dudas diminutas

dejo la prisa cuando siento tu llamado
en los quehaceres triviales de mis días
con un dejo culpable que sabe al pan de tu victoria
y a mi sangre en el cáliz de tu nombre.

A quien se refiere la poeta es al Amado (Jesucristo)  y  a la emoción por quien forma parte del Ser,  emoción expresada en diferentes elementos que tienen que ver con una nueva percepción de las cosas y de la propia carne. Se trata de una Realidad absoluta y no de cualquier realidad. El Amor con mayúsculas inunda al sujeto y no los pequeños e ilusorios amores, lo cual nos hace comprender que hay otros sentidos, aquellos que complementan a los sentidos corporales. Lo que experimenta el cuerpo debe replicarse en los espíritus.
si reuniéramos el tiempo y los orgasmos
si le pusiéramos relojes al romance
en cuánto tiempo nos llegaría el vacío

así se engañan -dichosos- los sentidos
así se secan las ilusiones blandas
cuando no hacen el amor
nuestros espíritus
                                               ( “lo que es de la carne”)

El amar y ser amado por algo que nos trasciende, en este caso, Dios, es un descubrimiento que transforma la vida, que cambia la  propia percepción del yo, un yo que debe pasar por varias pruebas para llegar al ideal, la Unión, como se expresa en el poema “Viacrucis catártico”, en donde -sin apegarse a la ortodoxia mística-  se describe una ardua batalla pero no contra sino con todo y las pasiones humanas, con el cuerpo mismo para poder lograr un verdadero renacimiento. Se trata de vivencias acumuladas por un determinado tiempo, pero que estallan de manera radical en un instante y las cuales -a través del filtro de la fe personal, en este caso el cristianismo-, son procesadas, interpretadas:
mira lo que hago con esta rabia fácil:
mastico sus abrojos aunque sangre la boca
la parto en dos con manos y rodillas
aunque tenga que intentarlo cinco veces

caigo de bruces sobre ella y me revienta
tengo la boca ulcerada con su savia
como una lepra comienza a invadirme
y adivino el principio de mi muerte
entonces grito ¡ayuda Padre!
¡mi corazón tuyo Jesucristo!
me convulsiono sin su agua en mi desierto
me he convertido en animal sin esperanza
me despido atragantada por el llanto
me queda un cuerpo apenas y estertores

grito en silencio
¡saca esta furia de mí Amado mío!

 Lapsos de dolor, de dudas, de incertidumbre y de sequedad espiritual, de frustración , entreverados con pasajes de gozo y de deseo eróticos, de luminosidad, de alegría y plenitud indescriptibles, de dudas pero también de certezas en cuanto a los propósitos a los que se aspira, (ambigüedad es el tiempo de los otros/el que no me pertenece ni me toca/con sus garras de viento) ,  es lo que lo caracteriza a la trasformación del sujeto durante la experiencia mística. En este caso, se trata de un sujeto que se expresa a través de una voz poética enmarcada en una circunstancia y un entorno concretos, pero que a un tiempo busca trascenderse a sí misma, como en el poema “problema de identidad”, que reza
antes del sufrimiento
yo comencé a sufrir

posiblemente en el principio
fui una rosa blanca
con una sola espina: la del sueño
….
perdí tantas partidas contra el mundo
que una sola victoria
me dio el cielo
me dio el mar de la conciencia
sus abismos

me dio sus peces con aura
y sus náyades

de tanto gozo me he roto
y esparcido

En Diósfera no se describen, paso a paso, las etapas de la mística, sino una vivencia personal y heterodoxa del proceso espiritual y poético de su autora, vivencias percibidas y descritas como un rotundo presente, a la luz de un pasado gris, insignificante. Es precisamente,la poiesis, laque permite que tal vivencia se vuelva trascendente; el acto de creación es una forma de experiencia transformadora del sujeto, en los más recónditos aspectos de su naturaleza, como bien expresa Sabeli en su “arte poética” (33-34), idea que coincide con la de otros poetas y creadores (Octavio Paz, José Ángel Valente o el mismo Anish  Kapoor, por ejemplo)

tú no sabes la manera en
en que hago de este amor
un arte
cómo nace esta música por Ti
con el goteo sonoro
de un corazón de bronce

de este alma que se cura la tristeza
al contacto de tu halo dorado
y de la resurrección de mi sustancia
cuando tu beso de luz
entra a mi plexo

cierro los ojos para irme transformando
en la vasija nueva donde bebes
doy la espalda a los que intentan dirigirme
dando palos de ciego

yo doy amor, Amo
porque me amas
y eso lastima sin remedio mi carne
vivo por ti la sed de aquel artista
que necesita fundirse en su obra

abandonada de mí para seguirte
soy un cordero Amor tras tu caricia
y sólo llena de ti puedo mostrarme
ante un mundo
con el que no
nos entendemos
[…]

Queda esperar el arte de la lluvia
vendrá tu sol
el aire que te sigue

y quedo yo
a la espera de que toques
mi corazón hambriento y lo desmayes
con la emoción -inexplicable- de las artes.
           
En los poemas de Sabeli Ceballos Franco está presente un bagaje sólido de conocimientos y de autores que constituyen toda una estética, un modus loquendi o estilo característico de la mística y que moldea su pensamiento y su palabra. La noche con sus claroscuros y su oscuridad total, la llama de amor viva, el desposorio, el matrimonio espiritual -y otros símbolos derivados- resuenan en el poemario pero permeados de un fuerte sabor de inmanencia (el corazón hambriento, la sed artística) que aspira a la trascendencia (el ascenso o elevación espiritual). En “corazón me suplica” dice la voz poética
levántame amor
 ponme en tus manos y  amásame redonda
que el aire no me toque
con intenciones tibias
 y me ames (amases)
 como si fuere parte de tu belleza pulcra.

Diósfera, es una sostenida disquisición, a través de perífrasis y paráfrasis,  sobre “el despertar del yo”, en pos de “una visión iluminada del mundo” -diría Evelyn Underhill- propios de  la experiencia mística en sus dos primeras fases,  las cuales implican una suerte de elevación y expansión de la conciencia respecto del entorno en el que está inmerso el místico.
Claudia Posadas y la arquitectura del alma.
Uno de los ejemplos más interesantes sobre la relación de la mística y la arquitectura es la descripción de elementos de un templo, de una catedral, que provoca en el espectador emociones tan fuertes y especiales que podrían ser comparados con las que causa la experiencia mística. Es el caso del poema “Monsalvat”, incluido en el poemario de Claudia Posadas (Ciudad de México, 1970) Liber Scivias (2010), libro ganador del Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2009. El libro es un homenaje al mundo espiritual de la Edad Media y el Renacimiento, de ideas y filosofías (mística, alquimia y catarismo y obras de carácter esotérico) de grupos relegados por la historia. El vocabulario empleado en él es medieval ( occitano y latino), lo cual da la impresión de que estamos en un ambiente espiritual que la poeta intenta evocar.  El primer poema del libro que abre la primera parte, “Purgatio”, muestra la intención ascética de transitar por un camino o ruta hacia una meta: la transformación del alma hacia la Unión.

se concentra iridiscente la sustancia íngrima pureza en la completud de no existir, intocada
por el comienzo de las eras sin embargo,
su respiración o alumbramiento significan el principio del dolor en que células de sombra han sido inoculadas.
(un grito de soles se pierde entre lo vasto, un grito oculto en la memoria aunque su eco, su desconsuelo, a veces turban el equilibrio de lo visible).
Se leva errática la densidad, confusión herida por un frío nunca soportado:
 
encarnar en esta sembradura que nos mudó en materia de nostalgia, ser a partir de ese advenimiento.
El otro principio es de conciencia, mas no la intrínseca al primer temblor, sino el sofoco de partículas tomadas por el yugo:
estar a partir de sus formas, su lenguaje, su lapidaria construcción de lo tangible, su natural incertidumbre

Junto al proceso místico que consiste en tres etapas (Purgario, Iluminatio y Unio) , partes en las que está dividido el poemario, se verifica la transformación alquímica en los 3 estadios del Ars Magma: Nigredo, Albedo y Rubredo.  Posadas intenta explorar el presente a través del  pasado, el cual  se evoca a través del uso de palabras que provienen de lenguas antiguas ( occitano, griego, catalán, latín y términos del lenguaje eclesiástico). Utiliza también un léxico medieval (tahalí, fortaleza, muralla, campanario, laberinto), varios referidos a instrumentos musicales como arpa, laud, clavecín, palabras que se suman a una larga lista de elementos arquitectónicos. Un ejemplo es la “Oración de la lluvia”, correspondiente a la parte titulada por la autora como “Unio”,  donde se cruza el cerco del Castillo interior que en términos místicos significa que muchas almas “están en la ronda del Castillo” sin cruzar sus murallas y quedándose fuera. Los ecos de las Moradas de Santa Teresa son evidentes Pero quizá el poema donde se unen experiencia mística y arquitectura de manera relevante  es en este mismo apartado, el poema “Montsalvat”,  palabra que significa “Monte de Salvación”, desde una perspectiva mística, la última morada del alma, la unión mística. Se trata de un lugar mítico que, según la leyenda es el Castillo donde se guarda el Santo Grial.  Geográficamente se ubica entre las formaciones montañosas de Monserrat, en la provincia de Barcelona y por lo tanto es obra de la naturaleza; pero también se ha identificado con Montsegur, último bastión de la iglesia cátara hasta 1244 en el Sur de Francia , tal como se alude en las primeras estrofas del poema.

haber llegado a ti, Montsalvat, estrella esplendente de las cimas, más allá de los caminos del bosque
                                                                        (más allá de la niebla,
Monserrate;
                                                                        más allá del monasterio y la música,
Montserrat,
                                                                        más allá de la hoguera y tu oppidum,
Montsegur,
                                                                                                                         
                                                                        Montsalvat…).


Haber llegado a ti con el aura almendrando la sustancia, con el aura en las arterias, con el Aura, después del errar sin asidero más que tus ráfagas como criaturas elusivas de las aguas  o del Alba o del final de la Vespra; rendir el blasón ante los pies de tu Armonía Radiante, conmoverse ante el calado en tu blanca piedra tornasol, la balaustra en crestería exquisita circundándote, sus engarces, trenzaduras; sostener el espíritu al igual que tu grandeza se sostiene, Montsalvat, en arbotantes uniendo el tallo de tu frontis con las torres en las cuales las campanas se regocijan en el Ángelus, las alturas cuyos chapiteles concluidos en frondas de laurel señalan con su flecha lo inmenso.
descifrar los realces custodiando los Tres Pórticos de tu faz, la estatuaria en el umbral que honra a seres de luz jamás vistos en los días, las arquivoltas ojivales que enmarcan las dovelas, sus molduras serpentinas y foliadas en acantos y hojas sagitadas.

La descripción se continúa en un recorrido por dicho templo y a través de una pausada y minuciosa observación de sus elementos arquitectónicos, hasta llegar al altar, final del recorrido y que representa precisamente la unión del creyente con Dios; en otras palabras, la Unión mística. Pero hay que “rendir el blasón”, “conmoverse”, “sostener el espíritu” al igual que lo hace la “grandeza” del templo y, sobre todo “descifrar” cada uno de los  rasgos de su arquitectura.   Nos perdemos “en la inmensidad cóncava” de su nave , nos dejamos seducir por las esculturas y otros elementos decorativos y la luz que se filtra a través de los vitrales, produciendo una gama de rayos de colores; nos enfrentamos a los pórticos que adornan la fachada:“El Pórtico de la Templanza,  “El Pórtico del Reloj”, “El Pórtico de Arena”. Nos embelesamos con la observación de la Rosa Ascendente esculpida en el “parteluz dividiendo el arco principal” mientras el sonido de las campanas “se regocijan con el Ángelus”; entramos con el yo poético a la Alcazaba, “al corazón-corona de la Torre de Homenaje”. Ya adentro podemos respirar “el silencio apenumbrado por el fulgor” de los vitrales y nos perdernos “en la urdimbre de tus bóvedas nervadas, el vaivén de crucería extendiéndose y lazándose en nacientes floraciones unidas en el centro en arandelas”.

Cada paso que da el yo poético nos hace envolvernos -cada vez más- en el encantamiento  de las múltiples formas de la Belleza, donde la iluminación -como en toda iglesia gótica- nos remite a un estado espiritual que se acerca a la experiencia de la “illuminatio” mística, pues las formas bajo la luz que proyectan los “infinitos prismas en la intimidad del templo” hacen que el cuerpo se vea inundado por su espectro luminoso. Asistimos al “surgimiento, abrupto o gradual, de emociones que proceden del más bajo umbral, la consiguiente reorganización del campo de la conciencia, y una alteración de la actitud del yo hacia el mundo”. Y, en palabras de J.B. Pratt “  ‘de un cambio de gusto, del más trascendental que pueda producirse jamás en la experiencia humana’ ”

Continúa la caminata  y se pasan los arcos  que “delinean tus columnas perfiladas por pilastras donde nacen los nervios florecientes de tus bóvedas, aunque algunos arcos y pilares broten de las ménsulas de ángeles músicos”, uno tocando el arpa, otro el laud y otro la “flauta melancólica”. No cesa la admiración expectante al recorrer la planta de esta bella catedral, al observar a cada paso la simetría de sus elementos constructivos y decorativos.
Avanzar sobre tu planta, Montsalvat, y asombrarse ante la justa simetría de tus alturas:

a tus costados, y en las arcadas a lo largo de tu espacio, los tímpanos sobre las cuales se despliega, como un encaje de roca entrelazando corolas y brotes de vid, el triforio sobre el cual, a su vez, descansa el claristorio, aquel múltiple abanico de cristales engarzados con miríadas de pequeñas y esmaltadas joyas, esmeraldas, ópalos, granates.

Cruzar la red incandescente que forma el entramarse de los filamentos lumínicos que dispensan tus ventanales encontrados; ir cifrando esas vidrieras historiadas y encendidas, las Ventanas de las Horas que revelan, como libros de luz, los trabajos y los días de la estirpe, el nacer del pozo y las murallas, el comienzo del tránsito espiral;

las Ventanas de la Aparición en que gravita, por los diversos paisajes del viento, la Ciudad Celeste.

El ir recorriendo todas las partes que constituyen el interior de la catedral es también ir repasando los diversos estados espirituales del sujeto, como si la simetría de todo lo que se observa, la altura, disposición de los arcos, las formas talladas en la piedra, el “múltiple abanico de cristales” al que se suman los rayos del sol proyectados al interior de su nave, va describiendo la arquitectura del alma, una alma que ha cruzado los límites o fronteras de la materia para unirse, para fundirse con la piedra, el cristal, el oro de los altares y los iconos, para volverse una sola realidad y una sola imagen:

Llegar, finalmente,
 con el Aura como un manto almendrado,
 a la rosa mística del antipendium,
la impecable talla de su reverberación y su blancura.

 Entregarse a tu Araceli,
 imponer la frente, los oídos,
en su marmórea piedra,
escuchar con asombro tu latir.

Consagrar la joya que antes del retorno a tu cauterio fuese devuelta por la niebla.

Consagrar la gema a la rosa de los vientos:
 al Austro,
hacia la Puerta de las Palabras;
al ocaso,
hacia la Fortaleza que se abriera a este caminar;
al norte,

Colocarla en el Crisol sobre el Altar,
 y la joya de súbito encandece como una supernova.

El astro esculpido en la cumbre de la esfera coronándote
va encendiendo sus venas de cristal
al punto en que aglomera el haz que viene de una inmensidad murada en el cielo,
la Ciudad en espiral semejante a tu Temple, Montsalvat,
o acaso tu muralla es el reflejo de la spira.

El “altar” ha sido analizado por Briano Veloz como “el corazón de Dios que habita en ese templo”, el tú al que se dirige el yo poético es Dios y “la joya” es “el espíritu del hombre, porque es la parte divina que puede unirse al Espíritu Santo.” En el concepto cristiano que está detrás de los símbolos y la imaginería del poema está la trinidad que constituye a Dios y que se manifiesta  en los seres humanos: cuerpo ( somos conscientes del mundo), alma (somos conscientes de nosotros mismos), espíritu (somos conscientes de Dios) . Más adelante, versos y fragmentos en prosa nos conducen a lo que parece ser la transformación salvífica del alma, a través de la luz que proviene de una estrella y se propaga en el alma, uniéndose al espíritu (Cae la claridad en las arterias rendidas ante el Ara// …Juntos, el aura-arteria y contigo, Mostsalvat/ bajo el Sol de tu Semejanza, reinando en el Cenit ).

Para escribir “Monsalvat” se necesita una amplia cultura literaria y filosófica, un conocimiento arquitectónico, escultórico, pictórico, artesanal, y sobre todo simbólico de las Iglesias y Catedrales edificadas en los siglos XI y XII, sobre todo  una capacidad de observación y un voluntad de hundirse y fundirse con lo que las constituye, amén de una sensibilidad artística y poética. De todo ello hace gala Claudia Posadas en Liber Scivias y, particularmente en “Montsalvat”, amén del poder de comunicación de una experiencia espiritual tan intensa que conduzca a no desfallecer en la larga caminata que es la construcción y reconstrucción de este viaje por las formas. La complejidad y profundidad son las marcas de este poemario.
Tanto en el caso de Sabeli Franco, como en el de Claudia Posadas, su obra  germina en el entorno de una sociedad cada vez más secularizada, pero también -paradójicamente-  el de un retorno de la religión como una forma de exploración interior del ser.  Los  poemas de estas creadoras son la expresión de un nuevo tipo de misticismo, en el que se combina la referencia a un Dios único, en ambos casos el cristiano, a un tiempo que está enfocado en la búsqueda de autorrealización y la libertad del individuo, vía la transformación espiritual que no deja fuera el cuerpo, las sensaciones y las pasiones humanas.

CONCLUSIÓN

La experiencia espiritual que puede alcanzar la cima mística no es algo raro en la época actual, regida por el culto a la materialidad del mundo. Si coincidimos en que la experiencia es “el toque consciente con la realidad”, y la experiencia mística implica un ensanchamiento de la conciencia, ésta puede surgir contemplando un paisaje o simplemente transitando por espacios cotidianos, en tareas mundanas o haciendo una introspección profunda motivada por un llamado de Dios o de la Belleza. Los creadores de todas las artes  y otras disciplinas -aunque no es privativo sólo en ellos- pueden explorar las cosas y seres que los rodean desde una interioridad que busque el contacto o la unión con lo Absoluto, llámese Dios, Universo, Espíritu, la Realidad. Tal experiencia humana no puede ser ignorada cuando se verifica en un momento sublime como la que se produce a través de la contemplación de un objeto bello, sea una escultura o una gran edificación.  Es así que la poesía de estas dos mujeres contemporáneas nos impulsan a abrir  “las puertas de la percepción” como decía Huxley para acceder a la inmanencia y a la trascendencia de la experiencia mística y artística, en tanto formas intensificadas de sentir, oír, palpar con una peculiar vitalidad. Tienen la virtud y ese extraño poder de “comunicar una emoción conmovedora” ese poder de “captar y traducir para nosotros ese plan secreto del Universo”, ese “ ’poder de realce de la vida’ ”, cuyo origen reside en el contacto de la mente creadora con el mundo arquetípico o trascendental”.    Desde esta perspectiva,  la mística y las artes -entre los que se destacan la poesía y la arquitectura- se nos muestran como vías para “sondear la profundidad de la propia conciencia y para lograr la armonía y la unidad del cosmos”, esto es,  acceder a un ingente sentimiento de libertad.

Ciudad de México, noviembre de 2020


En La mística en el siglo XXI (Centro Internacional de Estudios Místicos), Madrid-Ávila: Trotta/Ayuntamiento de Ávila, 2002, pp.45-75.

Evelyn Underhill. La mística. Estudio de la naturaleza y desarrollo de la conciencia espiritual. Pról. Juan Martín Velasco. Trad.Carlos María Ramírez. Madrid: Trotta, 2006, p. 49.

Ibidem, p. 51.

Juan Martín Velasco. El fenómeno místico. Estudio comparado. Madrid: Trotta, 1990, p. 49.

Georgina Mejía Amador “Sufismo y poesía contemporánea en México: el caso de Cantos a la amada de Saúl Ibargoyen” en Atisbos a lo inefable (Guía para una lectura de la poesía desde la óptica mística, México:Instituto de Investigaciones Filológicas- Centro de Poética, 2019 (Ediciones Especiales 104), p. 141.

  Aldous Huxley. The Doors of Perception. Heaven and hell. Aldous Huxley,Trad. Miguel de Hernani. Primer editor: ePUByrm        1954.

Epígrafe que abre el libro de Huxley, ibidem, p.6.

Michel Hulin. La mística salvaje. En los antípodas del espíritu, España: Siruela, p.24

Ibidem, pp. 34-35.

Raimon Panikkar. De la mística. Experiencia plena de la vida. Barcelona: Herder, p. 25.

Juan Martín Velasco.El fenómeno místico, p.23.

En Margarita León, ed. La palabra inspirada. Mística y poesía en México y en América Latina. México: Instituto de Investigaciones  Filológicas- Centro de Poética, UNAM, 2014, p.35.

Panikkar, op.cit., pp.71-76.

Comentario surgido durante la entrevista realizada a Anish Kapoor con motivo de su exposición en un evento sobre Meister Eckhart, uno de los místicos más relevantes de los siglos XIII y XIV.

Sabeli Ceballos Franco. Diósfera. Madrid: Torresmozas. 2009, p. 11. El libro fue finalista  del XXVII Premio Mundial de Poesía Mística Fernando Rielo de 2008 y publicado un año después..

Evelyn Underhill, op.cit., p. 295.

Ibidem, p.292.

Sabeli Ceballos, op. cit., p. 9

Ibidem, p.9

Ibidem, p. 11.

Juan Martín Velasco, El fenómeno místico, p. 124.

En Evelyn Underhill, op.cit., p. 204.

Sabeli Ceballos, op.cit., p. 13

Ibidem, p. 37.

Ibidem, p. 38.

Ibidem, p. 39.

Ibidem, p. 15.

Ibidem, p. 22.

Ibidem, p. 16.

Ibidem, pp. 20-21.

En general se consideran 3 grandes fases o etapas que vive un individuo durante el proceso místico, aunque algunos místicos le suman otras, como es el caso de santa Teresa quien identifica 7, como expone en su obra la Moradas o Castillo Interior.

Ibidem, pp. 33-34.

Ibidem, pág. 35.

Claudia Posadas, Liber Scivias. Tuxtla Gutiérrez: Consejo Estatal para las Culturas de las Artes, 2010 (Col. Hechos y Palabas, Serie Premios, 25). El título en latín es tomado tal cual de iber Scivias , obrade la mística y visionaria del siglo XII, Hildegard von Bingen, frase que proviene del latín:l  Liber=libro y Scivias de “Scito vías Domine”= conoce los caminos del señor.

Un estudio profundo de esta obra de Claudia Posadas es la tesis Anahí Briano Veloz,  Elementos esotéricos en Liber Scivias de Claudia Posadas, Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas, UNAM, 2012. ) De este estudio se tomó información general y varios elementos del análisis que hace la tesista..

Claudia Posada, op.cit., p.15

La experiencia mística no se refiere sólo al éxtasis, esto es,  cuando se ha llegado a la unión con Dios, sino que implica todo un proceso constituido por 3 fases o periodos: el “purificativo” que experimentan los principiantes; el “iluminativo” que viven los aprovechados; el “unitivo” al que sólo acceden  los perfectos.
(Ángel Lecumberri Cilveti, “I. La Edad Media” en La literatura mística española. Madrid: Taurus, 1983, pp.16-27).

Varios son los poemas donde los propios títulos aluden a elementos espaciales y arquitectónicos.

El catarismo fue un movimiento religioso agnóstico considerado herético por la Iglesia Católica Romana, surgido en el siglo XI y que se propagó y se asentó en el Sur de Francia un siglo después. Los cátaros o albigenses creían que el Universo estaba conformado de dos partes en permanente conflicto: una espiritual (donde predominaba Dios) y otra material (donde reinaba Satanás.) Los cátaros fueron objeto de represalias luego de un intento de pacificarlos y, finalmente a través de una cruzada contra la herejía por Inocencio III. La ciudadela cátara de Motsegur fue el escenario de la última defensa de la llamada Cruzada albigense en 1244.

Claudia Posadas, op.cit., pp. 167-168.

Evelyn Underhill, op.cit., p. 204.

Claudia  Posadas, op.cit., p. 170.

  Como bien lo muestra Karen Anahí Briano Veloz en su tesis, la presencia de la Alquimia en el poemario de Posadas es evidente: además de la transmutación material y espiritual, hay un recurrir a un sistema de  correspondencias, “como es arriba es abajo”, esto es, que hay “una relación jerarquizada, claro está -del  mundo humano con lo divino: De forma que para acceder al otro, partiendo de éste se fomenta de buena gana la existencia de mediadores, no sólo angélicos (con formas o facultades humanas ) sino que también se buscan en la naturaleza misma” (op.cit., p. 43)

Claudia Posadas, op.cit., p. 172.

Briano Veloz,op.cit.,  pp. 128-130.

Ibidem, p. 81.

Claudia Posadas, op., cit.,  172.

Raimon Panikkar, op.cit.,.pp. 82-83.

Evelyn Underhill, op., cit. pp. 91-92.

Juan Martín Velasco, Mística y humanismo. Madrid: PPC, pp. 39-40.